Lunes, 23 de enero de 2006 | Hoy
MUSICA › EN VILLA GESELL TODAVIA SE HABLA DE LA “ACTUACION” DE CHARLY
La figura más esperada del Gesell Rock subió al escenario más de dos horas después de lo previsto. “Yo no llegué tarde, los demás vinieron muy temprano”, fue su pedido de disculpas.
Por Carlos Rodriguez
Desde Villa Gesell
Con un show de pibes por las calles del centro, donde se notó el claro predominio de las desteñidas pero eternas remeras de Los Gardelitos –figuras del cierre–, la edición 2006 del Gesell Rock tocó su fin, con una multitudinaria convocatoria en torno de Las Pelotas, Jóvenes Pordioseros y la citada banda del Bajo Flores. En la villa seguían los comentarios, odiosos o embelesados, por la ¿actuación? de Charly García, cuando la madrugada del sábado casi se juntaba con el día. Prevista para la medianoche, la entrada de Charly se produjo a las dos y cuarto, cuando todavía esperaban unos 2 mil incondicionales, a los que se agregaron otros centenares que regresaron, luego de haberse retirado a puteada limpia. El ídolo incomprensible vestía un saco blanco que tenía dibujado en la espalda, con trazo inseguro, el número 9 del goleador. La actuación fue apenas de 40 minutos y se trató de un verdadero show cómico-musical, donde Charly García desparramó mensajes autorreferenciales, como cuando presentó un tema nuevo, Holocausto, cuya inspiración adjudicó a la influencia de “Pink Freud”.
“Yo no llegué tarde, los demás vinieron muy temprano”, fue el impertinente pedido de disculpas del divo de la limusina, dirigiéndose a los que se habían ido dejando saludos a su madre. Desde el vamos se notó que el sonido sería horrible, y lo fue. Como para dejar claro que era una noche terrible, Charly arrancó en su segundo tema con Desarma y sangra, de los años de La Máquina de Hacer Pájaros. “Tu tiempo es un vidrio/ tu amor, un faquir/ mi cuerpo, una aguja/ tu mente, un tapiz.” Desde la primera estrofa quedó claro que el vidrio había pasado por la garganta de García, que se inspiraba de vez en cuando con un trago de whisky, hasta que resolvió tirar el vaso hacia atrás, al estilo ruso. El mal sonido molestaba, sobre todo, porque no podían apreciarse los aciertos del trío de cuerdas que acompaña a Charly, que a veces se sumaba, en los teclados, a los pocos buenos momentos musicales que tuvo el show, que de todos modos dejó satisfechos a los incondicionales.
En su discurso, Charly no perdonó a nadie, como cuando rindió homenaje al fundador de la ciudad “Don José Gesell” y se sonrió pícaro, sin importarle la cara que habrá puesto Don Carlos, por el bautismo, desde el lugar desde donde sigue mirando a su ciudad. Todo parecía estar bien para los fanáticos, que lo siguen a Charly no como el astro del rock que tiene que regar sus laureles cada vez que sube al escenario sino como a la leyenda viviente que puede hacer, más o menos, lo que se le ocurre. “Total, ya fue, pero sigue siendo”, comentó un joven de 20 años que disparó su trabalenguas mientras saltaba como loco cuando empezaba cada canción. El popurrí de Charly duró unos 40 minutos e incluyó viejos hits, como Yendo de la cama al living, o una canción nueva, Holocausto. Ya no importa si toca bien o mal. Y ni siquiera si toca. Total, “estamos juntos en la prisión”, como repite uno de los temas que deshizo Charly en la madrugada del sábado. La estrella se despidió con un “yo lo inventé y yo los dejo. Chau”.
El Gesell Rock, más allá de las buenas actuaciones de León Gieco, Las Pelotas, Attaque 77, Miranda!, Babasónicos, los mexicanos de El Tri, La Vela Puerca o Vicentico, fue una fiesta por el color que le pusieron los miles de rockeros que llegaron de las playas cercanas y de todo el país. Desde las tres de la tarde, cada uno de los cinco días que duró el festival, los micros de la línea 504, que lleva hasta el lugar del encuentro, el ex Autocine de Gesell, circularon a pasaje completo, con gritos futboleros que daban su aliento a La 25, Cielo Razzo, Los Cafres, Massacre, Jóvenes Pordioseros, Arbol, Kapanga o cualquier otro grupo, famoso o desconocido. El último día, Los Gardelitos volvieron a reflotar su leyenda, esa que gira en torno de su viejo líder, el Korneta Suárez, voz cantante de la banda, quien apareció muerto a los 53 años, en mayo del 2004. Ayer, las remeras gardelianas coparon la Avenida 3 y marcharon en multitud hacia el escenario uno del Gesell Rock, donde los chicos de la banda del Bajo Flores, que siguen a pesar de la gran ausencia, salieron a escena cerca de las nueve y media de la noche, poco antes de que Las Pelotas metieran los últimos goles de la larga noche que comenzó el miércoles pasado.
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