Martes, 20 de septiembre de 2011 | Hoy
MUSICA › ARTURO SANDOVAL VIENE A TOCAR Y A GRABAR UN DISCO DE TANGO
Esta vez, el notable instrumentista cubano podrá darse el gusto de recorrer Buenos Aires: además de presentarse esta noche en el Gran Rex, se quedará diez días para registrar un álbum de tangos tradicionales.
Por Gustavo Ajzenman
Primero llegó Paquito D’Rivera, para el Festival Guitarras del Mundo. Ahora le toca el turno a Arturo Sandoval, y con él, será el segundo prócer del jazz latino, y particularmente del cubano, que se presentará en Buenos Aires en menos de un mes. Como aquél, Sandoval tiene un especial interés por el tango. Grabará también un disco dedicado al género, pero con una salvedad: dejará de lado la fusión y se centrará en composiciones tradicionales, acompañado por un seleccionado de más de 60 músicos argentinos, en su mayoría del Colón. Comenzará la visita hoy con un concierto en el Gran Rex en el que no tocará junto a su tradicional sexteto, con el que se lució en su última visita en 2009: “Voy a ir solo y la orquesta la armaremos ahí, con instrumentistas argentinos, porque los conozco y son muy buenos”, adelanta el trompetista cubano. Las últimas veces que vino se quejó del poco tiempo que tuvo para recorrer la ciudad. Esta vez será diferente. No llega en el marco de una gira, sino que se quedará diez días para grabar el disco de tango. “Hace mucho que quería hacerlo y estoy muy entusiasmado”, indica. Para el concierto del Gran Rex, sin embargo, no se deben esperar muchas sorpresas. “Trataré de hacer las mismas cosas que hago siempre, lo que vengo haciendo desde hace 50 años. Tocaremos un programa variado, pero yo hago siempre el mismo show y no lo cambio cuando voy de un lugar al otro”, explica.
Definir a Sandoval no es sencillo, por lo menos musicalmente. Políticamente es otra cosa. Para empezar fue, junto con el pianista Chucho Valdés, y el mismo Paquito D’Rivera como saxofonista, uno de los fundadores de Irakere, el grupo que terminó de instalar la música de la isla en el jazz de los ’70 y ’80. Pero en su discografía se puede escuchar desde bebop hasta ritmos cubanos tradicionales, pasando por las baladas más melosas de sus último disco, Time for love, donde incluso canta. Su carrera transitó también la música clásica, y hasta compuso bandas de sonido para películas y programas de TV (entre otras, la que filmó HBO, y al estilo HBO, sobre su propia vida, For love or country: The Arturo Sandoval Story, protagonizada por Andy García). Después de vivir más de veinte años en Miami, se mudó a Los Angeles para estar más cerca de la industria y poder dedicarse con mayor intensidad a la música para cine. Así y todo, veinte años después, Irakere sigue siendo el proyecto con que más se lo identifica. “Fue una especie de experimento, un vuelco en lo que yo venía haciendo, un sonido que no existía en Cuba anteriormente. Tuvimos muchas giras, una gran difusión y llamamos mucho la atención. Por eso la gente se quedó con ese sonido en la mente hasta ahora”, explica. En aquella época, su virtuosismo, que aún mantiene, y el de la sección de bronces en general, llegó a extremos que rozaban lo imposible.
–Creo que todo depende de las circunstancias, hay que verlo en tiempo y lugar. Ahora se percibe de esa forma, pero en ese momento, donde había tantas cosas que demostrar y estábamos tan separados del resto del mundo, cuando te daban una oportunidad, uno quería tocar en tres minutos lo que debía de haber tocado en tres años. Creo que no sería justo analizarlo ahora, cuando uno ya tiene otro tipo de experiencia, otra madurez, otras vivencias. Hoy toco según lo que demande la música, no tengo esos complejos. Si un tema demanda pirotecnia, por ahí va. Si demanda otra cosa, hago otra cosa.
Cada vez que tiene la oportunidad, Sandoval recuerda a Dizzy Gillespie como su mentor. Aunque Irakere revolucionó el jazz latino, el gran trompetista norteamericano ya venía preparando el terreno desde la década del ’40, junto a los cubanos Chano Pozo y Mario Bauzá. Por eso, acaba de terminar de grabar un disco en su homenaje. “Son canciones suyas arregladas para big band, con excepción de una balada con letra mía y dedicada a él. Es mi ídolo y lo admiro, pero cuando toco jamás intento copiarlo, por eso lo hice con mi estilo propio”, resalta. Sandoval conoció a Dizzy en su primera visita a La Habana, en 1977, y forjó con él una estrecha relación. No solo fue su padrino musical: también facilitó su partida hacia EE.UU. luego de un concierto que compartieron en Grecia en 1990. No volvió a pisar su país de origen.
–A ellos son a los que les tienen prohibido tener contacto con los gusanos que quedamos fuera. No depende de ellos ni de mí, sino de muchas otras cosas en el medio. Yo vivo aquí y aquí me voy a morir. Aquí nacieron mis nietos y crecieron mis hijos. Los que se quedaron allí tienen otra forma de ver las cosas, tuvieron vivencias distintas.
A pesar de todo, hace menos de un mes rechazó tocar junto a Omara Portuondo y otros integrantes de Buena Vista Social Club en el Hollywood Bowl, según le dijo a la agencia AP, por representar ideologías contrarias. Cuando la inevitable repregunta se bandea hacia el lado de la política, se ataja: “Prefiero dejar afuera el tema de Cuba, ya hablé bastante de eso y no quiero hacerlo más”. Vive en EE.UU. desde hace 20 años y es ciudadano hace 13. “Amo el país, y todos los días doy gracias a Dios de poder vivir allí”, enfatiza. Para que no queden dudas de su postura, su primer disco fuera de la isla se llamó Flight to Freedom. Incluso, en octubre de 2001, Sandoval fue junto con otros artistas de la comunidad latina estadounidense a brindar su apoyo a George W. Bush, hijo del mandatario que le dio refugio en los ’90.
–Claro que sí, seguro. Soy anticomunista al ciento por ciento, y también soy pro republicano al ciento por ciento. No me molesta participar. No es que me meta en política, no soy político, sino un músico, un artista. Si me llaman a la Casa Blanca a tocar, nunca dije que no: he ido a tocar para todos los presidentes de este país.
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