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Sábado, 15 de septiembre de 2012

MUSICA › SOL PEREYRA PRESENTA SU SEGUNDO DISCO, COMUNMIXTA

Versos que incomodan y gustan

La cantante fue fundadora de Los Cocineros y actualmente es parte de la banda de Julieta Venegas. En su álbum rapea “canciones tragicómicas y humorísticas” sobre las relaciones amorosas, pero también sobre su visión política.

 Por María Daniela Yaccar

Comunmixta podría ser el nombre de otro personaje de Capusotto, tal vez gemelo del viejo Consumo, pero es un neologismo fabricado por una mendocina –cordobesa por elección– que reformula en un disco así titulado la teoría de Karl Marx. En su segundo trabajo, Sol Pereyra entrega fragmentos de un discurso amoroso y una lectura contemporánea (rockera, electrónica y, afortunadamente, sincera) del Manifiesto Comunista, entre otras cosas. La cantante vive en México desde 2008, pues integra la banda de Julieta Venegas. Ese año, un poco por la soledad que sentía lejos de casa, se lanzó como solista y editó Bla bla bla. Hoy presenta Comunmixta en Buenos Aires, en el Ultra Bar (a las 21, San Martín 678).

Fundadora de Los Cocineros –con quienes grabó siete discos– y con pasado teatral –es licenciada en teatro, actriz, dramaturga y directora, aunque ya no ejerce–, Pereyra tiene 34 años. Además de ser cantante y compositora, toca la trompeta, la guitarra, el ukelele y el cuatro venezolano. Sin embargo, el instrumento del que “abusa” en sus trabajos como solista es la palabra, en cuestión de calidad pero también de cantidad: “Rapeo porque hablo mucho y rápido”, se sincera. Hasta el momento venía cantándole al amor y a sus paradojas (una frase para el recuerdo de Bla bla bla es “Vos ves que lloro sola, y me querés en bolas”). Le cantaba, por ejemplo, a ese ex novio que, al partir, había dejado en su casa “el calzoncillo menos sexy”. “Mi primer disco es más íntimo. El segundo está más atravesado por la gente y la calle. Es más para arriba, más ‘agresivón’”, describe a Página/12, con un acento simpático que condensa un dúo de provincias y otro de países.

“No hago canciones románticas, sino tragicómicas y humorísticas. Vista a la distancia, una situación amorosa puede ser muy graciosa.” Más cerca del pop en el estilo pero rockero en el discurso –Pereyra es una fan de las remeras de Ramones y de The Clash–, Comunmixta (S-Music) contiene doce canciones que también se nutren del reggae y del hip hop. Vuelve a cantarle al amor (en temas como “Final” y “Amorcito”), pero lo destacable es que este es un disco mucho más político que el anterior. En la canción que lleva el título del álbum, ella se define como comunista y consumista a la vez y dice que “ser y no ser es la sensación”. Repite “me cago en la clase media” en “Clase media”, una canción inspirada en la batalla del Gobierno contra el campo, pero que indudablemente podría ser la banda sonora de los recientes cacerolazos.

En la portada del disco –grabado un poco en la Argentina y otro poco en México–, Pereyra luce una belleza pin-up, pero confiesa que en realidad es “una crota” modificada por su entorno. “Uso remeras rockeras porque me siento cerca del rock. Soy rockera, hippie, atea y comunista”, suelta. En “Tita” le pide a su abuela que la acepte a pesar de no haberse casado con un doctor, ser tan “loquita” y llenar su boca de insultos. “Tengo un espíritu rockero, pero soy un mejunje. Escucho desde Iggy Pop hasta Mc Caco. Y La Mona. Y hago de todo un poco. Hago lo que quieras”, desafía. Pereyra vuelve a Córdoba toda vez que puede. Llegó a integrar la banda de Venegas porque alguien la descubrió en un video. Participó del disco unplugged de MTV de la mexicana y después quedó en la banda. “Mi historia está buena para romper mitos: es verdad que la ciudad de Buenos Aires abre posibilidades, pero las provincias, al ser chiquitas, hacen que las personas que trabajan mucho se destaquen más rápido. Hoy está todo muy globalizado. Me destaqué por el trabajo o simplemente tuve suerte.” El primer show que hizo sola en México ocurrió en una plaza. “Soy una música independiente”, recalca esta discípula de Jorge Serrano (Los Auténticos Decadentes), a quien apunta como su principal influencia.

–¿Cuándo se descubrió como “comunmixta”?

–Hace rato, pero no lo había declarado públicamente. Fue a partir de esta cosa de estar viajando todo el tiempo y estar expuesta a ciertas situaciones. Desde que empecé a laburar con Julieta estoy metida en un mundo mucho más comercial. Y mi cabeza pertenece a otro. Eso es fuerte. De esa vivencia surgen contradicciones, que es de lo que habla el disco. ¡Vivía con culpa! Tenía plata e iba desesperada a comprarme cosas. Y después me preguntaba dónde habían quedado mis pensamientos, qué había pasado con toda mi cabeza, porque estaba cual niño pobre viendo una vidriera con zapatillas de marca. En un momento dije “Bue, vivo en este mundo, es lo que hay. Sé lo que pienso y dónde estoy parada”. La coherencia pasa por otros lados, no sólo por comprarse unas zapatillas de marca...

–¿Y cuál es su relación con el comunismo? ¿Leyó a Marx?

–Me llegó por mi mamá que, cuando yo era chiquita estaba con todo el “hipperío” en mi casa hablando de eso. Ella es profesora de literatura. Básicamente me inclino para el lado de la izquierda por lógica: me parece raro que a la gente no le parezca razonable que las cosas sean más justas. En la adolescencia me agarró el fanatismo: me compré un montón de libros sobre Marx, intenté leer El capital... Por supuesto, llegaba siempre a la segunda página porque no entendía un “sorcho”, nada. Hasta me compré Marx para principiantes. Me aburría como un hongo. No necesito fundamento teórico para darme cuenta de qué es justo y qué no. El que me venga a discutir eso que se vaya a discutir con un intelectual que haya estudiado.

–¿A la hora de la composición de las letras estuvo atenta a la realidad latinoamericana?

–Está bien diverso. Sudamérica tiene una realidad bien distinta a la del centro y a la de México. En México se está viviendo una realidad totalmente diferente de la que se vive acá. Se está volviendo a un partido de súper derecha que estuvo setenta años enquistado en el poder, que vuelve porque la gente tiene la fantasía de que va a controlar al narcotráfico. Eso no va a pasar: son más corruptos, más de lo mismo. Pero también hay una movilización del pueblo muy particular, que hacía mucho tiempo que no se veía. Acá siempre fui muy participativa. Milité en H.I.J.O.S. durante mucho tiempo, aunque no tengo familiares desaparecidos. Si bien este proyecto tiene un montón de cosas que me ponen dudosa y hasta me asustan, deposito las esperanzas y las fichas en lo que está sucediendo.

–¿Con este disco descubrió otra faceta del arte, la de poder expresar lo que piensa en lo político?

–En realidad, antes me atravesaban otras cosas: siempre escribo sobre lo que me moviliza en el momento. Desde que estudio teatro pienso en qué aporta un artista al mundo: no sé si tiene una función diferente a la de otro. Todo el mundo aporta desde su lugar, en cualquier profesión u oficio. Recrear es un buen aporte, pero no me propongo una función a cumplir. No vengo a evangelizar. Entiendo que a otra gente le sirva, a mí no me sale. El arte puede ser provocador: me gusta que incomode y guste.

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“Soy rockera, hippie, atea y comunista”, se define Sol Pereyra.
Imagen: Bernardino Avila
 
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