Sábado, 6 de octubre de 2012 | Hoy
MUSICA › DANIEL DREXLER PRESENTARA MAR ABIERTO ESTA NOCHE EN EL CAFF
El cantautor uruguayo ve al mundo de hoy “como una especie de superficie líquida donde todo es muy incierto, variable”, pero asegura que se lleva bien con eso. Y confiesa que su quinto álbum “es asumir esa esencia azarosa y disfrutarla”.
Por Cristian Vitale
Cuando Daniel Drexler acuñó el término “templadismo” –aún no había salido Micromundo, su disco anterior–, quiso decir más o menos lo mismo que Vitor Ramil cuando habló de estética del frío o Kevin Johansen con su sintomático “subtropicalismo”. Refería, en trazo grueso, a una especie de tropicalismo de climas templados. Esto, en música, significaría bajarle un cambio a la calentura bahiana, pero no tanto. Matizarla, si se quiere, con aquellos sonidos que la “templan” e impregnan desde su sur, desde la cuenca del Plata. “Igual es un monstruo del cual ya no me hago responsable. Ha tomado vida propia”, se desmarca él, horas antes de la presentación de su disco más reciente, Mar abierto, hoy a las 21 en el CAFF (Sánchez de Bustamante 764). “De todas maneras está bueno porque estas definiciones funcionan como catalizadores y hacen que ciertos encuentros, que de todas maneras se iban a producir, se produzcan más temprano”, vuelve. Los encuentros engloban a una grey cuya estética intenta un promedio regional de sonidos. Regional y temporal. Los hermanos Drexler más Ramil, Johansen, Fernando Cabrera y Paulinho Goulart, entre ellos, llevando su música hacia una especie de justo medio, hacia las sutilezas templadas que los sonidos regionales –focalizados en Brasil, Argentina y Uruguay– permiten “la búsqueda del riesgo en el equilibrio”, según Daniel Drexler, o un punto equidistante entre la identidad regional y las resonancias universales. Eso pronto podrá verse en La línea fría del horizonte, documental de Luciano Cohelo que, precisamente, capta la permanente trashumancia de estos caballeros templados de la música del sur.
Por tal sendero transcurren, entonces, las doce canciones que el cantautor nacido hace 43 años en Montevideo expone en Mar abierto. Todas “con aires de”. Con aires de candombe, zamba, murga, chacarera, milonga, bossa o afoxé, pero atravesadas por el tacto electroacústico de un catalizador. Un buceador de aguas abiertas. “Este disco es asumir la esencia azarosa de la ‘modernidad líquida’, y disfrutarla. Es pararme en mi región y en el mundo con una actitud lo más abierta posible, buscando tender puentes empáticos con todo lo que me rodea”, explica Drexler, y las piezas hablan por sí: la que abre y da nombre al disco, con el foco puesto en las contradicciones de vivir entre el miedo y el placer que implica el mundo interconectado de hoy; “Nao se esqueza de Nos”, basada en los rasgos comunes que definen a los seres de frontera entre gaúchos y uruguayos; la milonga ensoñada “Cuando estalla”; o “Sheiko”, una bella canción que Drexler escribió como homenaje póstumo a un amigo de La Paloma, un aventurero de mar abierto que murió en su ley. “Se embarcó hacia Alaska para pescar camarones rojos y se le dio vuelta el barco. Un tipo queridísimo, de esos que vivían la vida siempre al borde, al punto que un día el comisario de La Paloma le dijo: ‘Loco, andate un tiempo porque te voy a tener que meter preso’ (risas). Se fue, salió a recorrer el mundo y en uno de esos viajes ‘la quedó’... Era un tipo que también llevaba la vida en un plan mar abierto. En general, todas las canciones están atravesadas por la temática de abrirse al mundo, con todo lo que ello implica.”
Drexler también es médico –otorrinolaringólogo especialista en tinnitus– y habla como tal: rápido, preciso y conciso. Dice de líneas filosóficas y existenciales que anudan conceptualmente todos sus discos –cinco, entre La llave en la puerta (1998) y Mar abierto– y profundiza en el aura del último. “En concreto, Mar abierto significa ser y estar en una posición contradictoria entre el placer y el miedo a su exceso. Lo que pasa cuando estás enfrentado al mar... La cosa lúdica, el retorno a esa especie de útero, y al mismo tiempo el abismo. Digamos que todos los seres humanos vivimos entre la seguridad y la libertad, y al mismo tiempo estamos viviendo una realidad cada vez más líquida.” Mar y agua operan así como una alegoría del presente: un momento en que las certezas se ablandan, y que el cantautor trata de expresar a través de su música. “El mundo de hoy es como una especie de superficie líquida donde todo es muy incierto, variable y, para mi sorpresa, me llevo mucho mejor con ese tipo de coordenadas que con las de la seguridad”, define. “Creo que en este disco logré abrir el juego, porque es la primera vez que no uso metrónomo y, además, recuperé la interacción entre los músicos, algo que se está perdiendo por la proliferación de las pistas. Diría que las canciones dialogan con la modernidad líquida... Se van llevando como si estuviesen transcurriendo arriba de un barco, avanzan en un sentido y se hamacan para otro.”
Drexler extiende entre los ejemplos “líquidos” a la nombrada “Cuando estalla”, milonga cuya guitarra y voz fueron de toma simultánea (“no pinché ni afiné nada”) y “Maestra”, un tema en el que intentó reinventar el clímax de uno de sus discos preferidos: Kind of Blue, de Miles Davis. “Aquel disco impresionante está grabado en una iglesia y yo intenté hacer algo parecido en un estudio inmenso como Frida. Nos pusimos todos los músicos en círculo y tocamos de una, con el fin de lograr esa profundidad. Después grabé la voz en un registro que nunca antes había grabado: muy grave. Esto, aunque a un nivel de detalle, también habla de afrontar la diversidad, de salir al mundo en una situación de mar abierto, aunque algún idiota siempre juegue con fuego.”
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