Durante casi medio siglo, el chileno Raúl Ruiz filmó tanto, que su filmografía terminó siendo más larga que su vida: un par de meses atrás se estrenó una película suya, un año después de su fallecimiento. Autor de un cine poco y nada respetuoso de la lógica aristotélica, cada tanto, seguramente por razones de subsistencia, Ruiz rodaba películas más “normales”, con actores de nombre y en idioma inglés. En tres de esos casos adaptó novelas del británico Gilbert Adair, autor de Los soñadores, en la que se basó Bernardo Bertolucci para el film homónimo. La última de esas ocasiones fue dos años atrás, cuando casi al mismo tiempo que abordaba su canto del cisne, la extraordinaria Misterios de Lisboa, Ruiz trasladó a la pantalla, con el propio Adair como guionista, A Closed

Book. Se trata de un thriller cerebral, protagonizado por Tom Conti (recordado por su protagónico de Furyo) y Daryl Hannah. Con el inconfesable título de Secretos inconfesables, el sello SBP acaba de editarla en DVD.

Se entiende qué es lo que habrá interesado a Ruiz –amante de lo lúdico, el humor y las paradojas– de A Closed Book: el protagonista es un crítico de arte... ciego. No es que lo estuviera en el momento de ejercer su oficio sino que un accidente lo dejó en ese estado, sobre el final de su carrera. Riquísimo heredero que vive en un palacio campestre, Sir Paul quiere escribir sus memorias y para eso requiere de un amanuense que lo haga en su lugar. Egresada de Historia del Arte, Jane Ryder parece la candidata ideal. No sólo por su formación y discreción. “¿Es usted hermosa?”, le pregunta Sir Paul, recorriendo su rostro con las manos. Teniendo en cuenta que el contrato incluye una convivencia de un año, y que con la única excepción del ama de llaves nadie más habita el caserón, la tensión sexual queda flotando entre ambos. No sólo la sexual: como buen ricachón discapacitado, como buena estrella de la crítica, Sir Paul está lleno de manías, desplantes y caprichos, dejando claro desde un comienzo quién tiene el poder allí y quién no. Aunque, claro, tratándose de un policial, alguna carta tapada tendrá que dar vuelta el tablero.

Juego de salón en el que el ingenio verbal, la elegancia e inteligencia conviven con la perversidad y la ambición de dominio, Secretos inconfesables responde a una de las más reconocibles tradiciones británicas. Tradición que en cine reconoce como máximo paradigma a Sleuth (1972), film final de Joseph L. Mankiewicz, que en la Argentina se estrenó como Juego mortal. También allí se trataba de un subibaja de poderes, con Laurence Olivier cumpliendo un papel semejante al que aquí le cabe a Tom Conti y Michael Caine en el que ocupa Daryl Hannah. Más recientemente, Polanski trabajó una clave parecida en El escritor oculto. Clave que Ruiz visita desde cierto enrarecimiento, cierto absurdo apenas insinuado. El enrarecimiento que entraña que allí donde debería haber cavidades oculares haya una pura capa de piel, como la de un monstruo enmascarado, al estilo El fantasma de la ópera. El absurdo de que Daryl Hannah se pasee enteramente desnuda frente a Sir Paul, sin que él lo advierta.

La fotografía de A Closed Book estuvo a cargo de Ricardo Aronovich, nacido hace 82 años en Buenos Aires y radicado en Europa desde hace cuarenta. Director de fotografía de Providence, Missing y El baile, entre muchas otras, Aronovich ya lo había hecho para Ruiz en El tiempo recobrado (1999) y la aquí inédita Klimt (2006). Esta fue la colaboración final entre ambos. A menos que Ruiz siga estrenando películas post-mortem y alguna de ellas haya sido fotografiada por Aronovich, vaya a saber.