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Sábado, 28 de septiembre de 2013

MUSICA › BON JOVI PRESENTO WHAT ABOUT NOW Y REPASO SUS HITS EL JUEVES EN VELEZ

Todo lo que el “showbiz” sabe ofrecer

Pese a que la banda perdió dos integrantes en el trayecto, la gira Because We Can es un éxito y en Buenos Aires convocó a casi 40 mil personas, que fueron en busca de entretenimiento y lo obtuvieron.

 Por Mario Yannoulas

“Sé cómo hacer gritar a esta gente”, exclamó Jon Bon Jovi con la petulancia del que sabe, para dar pie a “It’s My Life”, su último gran éxito mundial, que explotara en el amanecer del siglo XXI. Fue el manifiesto de una banda –una de las más vendedoras del planeta– cuyo ejercicio por defecto no es más que entretener, dibujar sonrisas y cuyo propósito, a treinta años de su fundación, sigue siendo el sencillo hecho de ser muy escuchada en todo el mundo, pese al mote de “ochentosa” que, para algunos, puede convertirla instantáneamente en un acto bizarro.

Las filas de micros que adornaban la avenida Juan B. Justo marcaban la nueva visita de Bon Jovi al país –la última había sido en 2010 en la cancha de River– como un acontecimiento de repercusión nacional: la gente se había acercado al estadio de Vélez desde lugares remotos, organizada probablemente en clubes de fans. Ya dentro del lugar, flameaban banderas de países vecinos y una tropa femenina pisaba el campo delantero con remeras que decían “Paraguay va hacia Bon Jovi”. ¿Qué hay para ver, además de parejas abrazadas prestas a inflamarse con cada hit, o chicas derretidas cuyos carteles caseros piden un beso o su canción favorita? Siempre que el showbiz se toma de grandes cucharadas, se puede sacar alguna conclusión extra.

La gira Because We Can, que tiene como pretexto la presentación del disco What About Now, editado este año, no viene siendo de las más sencillas para el grupo de Nueva Jersey, que en el camino perdió a dos miembros fundamentales. En el medio del tour, y luego de años de tironeos personales con el cantante, se confirmó la salida del guitarrista Richie Sambora, y su reemplazo recayó sobre el apenas cumplidor Philip Xenidis. Por otro lado, la apendicitis padecida por el baterista Tico Torres no sólo exigió un rápido reemplazo, también produjo la postergación del show, originalmente pautado para unas semanas atrás en el estadio Ciudad de La Plata. El contratiempo para el público local no fue sólo la posposición, sino algunas desprolijidades en la reasignación de butacas y en los sistemas de reintegro del dinero, para quien lo requirió.

Jon Bon Jovi sonreía y sus blancos dientes resplandecían el jueves en la noche de Liniers. Mezcla extraña entre estrella de Hollywood, cowboy de buenos modos y motoquero new age, el rubio cantante conserva, a los 51 años, un aire de príncipe. De príncipe pop, que sabe cómo llevar el agua del rock and roll hacia su molino: saluda a las plateas, tira un besito que tres pantallas reproducen en alta definición y levanta su guitarra electroacústica para la puntual apertura con “That’s What the Water Made Me”, del disco editado este año. Dado el golpe inicial, las cerca de 40 mil personas que llegaron a Vélez estallaron con “You Give Love a Bad Name”, el primer gran éxito de la banda. Pero el frontman lo detuvo: “Vayan para atrás, hay personas que se están lastimando. Ey, el de seguridad, hay alguien herido ahí. Puedo estar toda la noche pidiéndoles que den un paso para atrás. Vamos, es un concierto de Bon Jovi, tiene que estar todo bien”. La seguidilla de temas de corte rockero se completó con “Raise Your Hands” y “Runaway”, mientras Xenidis demostraba que husmeó en las escrituras del hair metal al tomar recursos clásicos como los armónicos o el uso del whammy para su instrumento. Las pantallas, que en el primer tramo se limitaron a mostrar los gestos de los músicos, sólo entregaban primeros planos del cantante, del tecladista fundador David Bryan, y de Xenidis: ni al baterista ni al segundo guitarrista se les pudo ver la cara.

La larga meseta iniciada por un par de baladas del disco Lost Highway –cuando la banda intentaba tomar un giro folk–, y de un par de cortes de What About Now, mostró que la fidelidad del público se mantuvo, pero no ese fervor tan hormonal que a veces ataca a los espectáculos de estadio, sobre todo cuando un sex symbol pisa las tablas. No hay tanta histeria como el prejuicio puede indicar, tal vez por una cuestión etaria –los grandes éxitos de Bon Jovi datan de décadas ya pasadas–, y por eso, tal vez, esa dosis extra de hormonas esté hoy depositada en los pantalones de Justin Bieber, o de los One Direction.

“Wanted Dead or Alive”, “Have a Nice Day” y la ultrapegadora “Livin’ on a Prayer” oficiaron de bises, ya nuevamente en plan filo rockero, antes del cierre decisivo con “I’ll Be There for You”, elegida por sobre clásicos como “Always” o “Bed of Roses” tras un “aplausómetro” improvisado. Pese a la pobre imaginación de quienes diseñaron los efectos visuales de las pantallas –el colmo fueron unos engranajes e imitaciones de chispas que poco distaban de haber sido diseñadas con el Paint Brush–, el show, que duró dos horas y media –podría haber durado menos, o haber tenido un repertorio más ágil en su desarrollo–, dejó en limpio algunas imágenes a guardar en la retina de los fanáticos. Postales como la de Jon Bon Jovi haciendo subir a tres chicas a escena que le terminaron robando besos y cantando a coro “Who says you can’t go home”, y verlo hacer el “chicken dance” ante una versión urgente de “Satisfaction”, de los Rolling Stones... son esas cosas que el showbiz sabe ofrecer. Y su público sabe disfrutar.

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A los 51 años, Jon Bon Jovi conserva un aire de príncipe pop.
Imagen: Bernardino Avila
 
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