Domingo, 17 de agosto de 2014 | Hoy
MUSICA › LA BOMBA DE TIEMPO LLEGA AL LUNA PARK CON SU DVD/CD VIVO EN BUENOS AIRES
La agrupación, experta en la creación en tiempo real, popularizó la “percusión con señas”. Pero sus integrantes sostienen que la esencia de La Bomba trasciende lo musical, a partir del contacto con la notable presencia de invitados de los más diversos géneros.
Por Sergio Sánchez
Y estalló la bomba. Después de tocar ocho años todos los lunes de manera ininterrumpida, La Bomba de Tiempo se presentará por primera vez en el estadio Luna Park. ¿La excusa? La presentación de su primer DVD/CD, Vivo en Buenos Aires, recién salido del horno, que refleja el ritual que se genera cada semana en el Konex y retrata el espíritu versátil del grupo. Dueños de un lenguaje propio, La Bomba se consolidó como un clásico porteño y en los últimos años empezó a extender su propuesta musical por todo el país. El próximo desafío, cuentan en esta entrevista, será concretar una gira por el exterior; aunque, claro, a sus conciertos asisten curiosos de todo el mundo. Una verdadera fiesta cosmopolita. “Los extranjeros, cuando vienen a Buenos Aires, ya saben que el lunes nos van a venir a ver”, se enorgullece Lucas Helguero, encargado de la tumbadora y la conga. “Es una fija en la agenda”, dice. “Más allá de no haber salido de gira por el exterior del país, nos conocen un montón afuera. No sólo en Europa, sino también en Centroamérica”, suma Juan Pablo Francisconi, dueño del tambor piano, el dun dun y el chekeré y a cargo de la dirección, y que resalta la magia del boca en boca. Como en cada concierto de La Bomba, no estarán solos en el Luna: Miss Bolivia, Los Cafres, Metacaño y un “dúo rapero” sorpresa serán los invitados especiales. En tanto, DJ Zuker será el encargado de musicalizar una velada que promete baile “hasta que salga el sol”. La cita será hoy a partir de las 23 en el reducto ubicado en Corrientes y Bouchard.
No será un show más para La Bomba. No sólo por la llegada al Luna Park y la salida del audiovisual, sino porque será el primer gran paso después de la partida de Santiago Vázquez, fundador del grupo e impulsor del sistema de señas que hoy ya es todo un “estilo Bomba”. “En los comienzos, por supuesto, estaba todo organizado por Santiago, muy centralizado en él; porque fue la persona que nos convocó”, explica Helguero. “Durante mucho tiempo, comandó al grupo y nos llevó por sus caminos musicales. Pero él tomó otro rumbo y está bueno saber que no somos dependientes de nadie. La imagen que te da el grupo es realmente un equipo trabajando, un colectivo de individualidades que se complementan, y no hay ningún frontman”, completa el músico y habla por los dieciséis. Y Francisconi aporta su parecer: “Si bien ahora la forma de trabajar es más horizontal, ya veníamos un poco así. No era que Santi proponía algo y se hacía eso. Siempre el grupo fue bastante democrático en algunas cosas. De hecho, tiene la impronta de cada uno. Por eso, no se siente una gran ausencia en el vivo y la musicalidad. Se viene trabajando así desde hace un tiempo, con la diferencia de que hay ciertas decisiones que ahora están más puestas en el grupo. Lo más importante hoy es el grupo”.
“Estamos muy conformes con el DVD. Fue un trabajo en equipo, un laburo muy colectivo”, destaca Alejandro Oliva, uno de los directores musicales. “Representa muy fielmente lo que es La Bomba –se explaya–. Y eso no es fácil de lograr. El muy difícil transmitir lo que significa el vivo: ese espacio, esa música, la gente, el abanico de invitados, la energía que sucede ahí. Lo ves y entendés absolutamente lo que es La Bomba. Después de la salida de Santiago, el grupo se reorganizó, se fortaleció muchísimo y salió para adelante con una fuerza que hoy está cristalizada en este DVD.” El registro, que dura una hora y media y estuvo dirigido por Ariel Hassan, refleja la apertura musical que tiene el grupo y la capacidad de improvisar y generar diversos climas. IKV, Los Cafres, Los Auténticos Decadentes, Chango Spasiuk, Mariana Carrizo y el cuarteto de caños Buenos Aires Brass son los músicos invitados que aparecen en la película y se animaron a dialogar con estos expertos de la improvisación y la creación en tiempo real. “Lo que requiere La Bomba es una conciencia y un estar en el ahora a pleno”, sentencia Oliva. Y sigue: “Cuando eso no sucede, suena mal. Pero cuando el grupo está totalmente en el presente y el director está concentradísimo en lo que está haciendo, se arma un cosmos y la cosa funciona re bien. La improvisación es el presente puro. La música es un arte efímero. Permanece porque existe la grabadora, porque si no la música moriría. Y la improvisación es aún más efímera, porque no está compuesta. Si no tuviéramos la posibilidad de grabarlo, sería una vez en la vida y nunca más. Estás poniendo todo y es un momento único. Y eso tiene mucha fuerza”.
–En estos años, pasaron una enorme lista de músicos invitados, ¿fue una forma de abrirse a otros géneros y públicos?
Lucas Helguero: –Absolutamente. Porque eso nos permite tocar con un contrabajista de jazz, con Ricky Maravilla, Damas Gratis o el Chango Spasiuk.
Alejandro Oliva: –Hay una cosa que tiene que ver con el origen del grupo: el abanico es muy amplio. Lo que nos importa es estar con artistas que consideramos genuinos, sin importar el género. Cada uno de nosotros tiene una trayectoria dentro de la percusión, y un entrenamiento individual y grupal, que nos permite compartir la música con Jarabe de Palo, con el pianista de Hermeto Pascoal o con un cantante como Jorge Drexler. Eso nos enriquece mucho. Porque sí o sí tenés que tener una actitud tranquila, de escucha, de atención al otro. Hay, en este juego de la improvisación y los invitados, un aprendizaje de vida, social, democrático. Porque uno está improvisando y debe aceptar al otro como es, escucharlo, convivir con él. Se da una cosa que trasciende lo musical.
–¿Es una de las claves de este fenómeno que se generó con La Bomba?
A. O.: –Es un fenómeno y un grupo que hace todo esto de manera natural. No es que decimos “tenemos que tocar con todos” por algún tipo de especulación. Lo que pasa con el público también se fue dando de forma natural. La música de La Bomba llevó a eso. Hoy los directores, en los shows, nos damos cuenta cuando lo que hacemos es de la gente y cuando sentimos que del otro lado no pasa nada.
L. H.: –Cuando estás dirigiendo, de espaldas al público, tratando de llegar a algún músico, algún compañero te hace un gesto para mostrarte lo que está pasando atrás. ¡Están haciendo pogo! Y no fue buscado.
–¿Cómo hicieron para no perder la constancia de tocar todos los lunes en un mismo lugar?
L. H.: –Empezamos a tocar el primer lunes de mayo de 2006, con la expectativa de tocar durante dos meses. Cada uno le avisó a la gente del palo que viniera a vernos. Las primeras 300 y 400 personas que vinieron se convirtieron en agentes de prensa del grupo. Y fue creciendo la convocatoria. Nos dimos cuenta de que podíamos más, de que con 20 señas sonaba bien, pero que había lugares que no explorábamos. Y hoy son los músicos los que nos preguntan cuándo los vamos a invitar.
Juan Pablo Francisconi: –Los músicos invitados vienen realmente convencidos a tocar, a dejar que nosotros versionemos un poco sus temas. Son grupos que conocemos o escuchamos toda la vida.
–¿La Fiesta Bomba, que hacen por fuera del ciclo de los lunes, fue la forma que encontraron para salir a tocar a otros lados? ¿Sentían la necesidad de abrirse a otros espacios?
J. P. F.: –Armar una especie de boliche y que nuestro show dure gran parte de la noche, combinado con otras cuestiones, DJ y demás, fue muy natural. Tratamos de tocar en lugares donde no haya butacas; los espacios que se abrieron fueron boliches y galpones grandes. Gracias a eso recorrimos un montón de provincias.
A. O.: –Estuvimos por todo el país tocando, haciendo conciertos. Tocamos en espacios abiertos, centros culturales, festivales. En un determinado momento tuvimos la necesidad y empezamos a “cranear” el proyecto de salir. Por suerte, estuvimos en casi todas las provincias.
L. H.: –En un momento nos pusimos esa meta. Porque tocando todo el tiempo en Buenos Aires, todas las semanas, ganábamos de local, pero queríamos saber qué pasaba de visitante. Teníamos muchas ganas de llevar este proyecto, porque además nos lo empezaron a pedir. Con respecto a las fiestas, fue un momento de crecimiento del grupo, donde la convocatoria era muy grande. Nos vimos obligados a hacer un concierto más en el mes, de otra manera, en otro horario. El concepto fiesta se fue dando solo.
–¿Tiene algún tipo de límite la técnica de la improvisación?
A. O.: –Si se puede hablar de límites, sería el límite de cualquier lenguaje. Se podría pensar a La Bomba como una especie de género particular, lo que ahora se conoce como “percusión con señas”. Entonces, es una música que específicamente no es de género. Aparecen los géneros porque todos estamos formados, algunos más y otros menos, en algunos estilos de música. Y eso aparece cuando uno improvisa. Pero los géneros aparecen como citas, como guiños, pero no los abordamos específicamente. Sin embargo, esta manera de tocar, esta especie de fusión que es La Bomba –hay bateristas que vienen del jazz, gente que incursionó en la música culta, otros vienen más del palo afrobrasileño, afrocubano, candombe, y hay un senegalés–, generó un lenguaje particular. Si bien es improvisado, ya hay cierto sonido Bomba que se estableció. Al principio, teníamos la sensación de que nos estábamos repitiendo un poco. Existe a veces la fantasía de que por ser un grupo de improvisación siempre tiene que ser algo distinto. Eso es una utopía. Uno va construyendo un lenguaje y a partir de ahí elige cosas que le quedan cómodas, que le gustan, que satisfacen, que son efectivas. No-sotros mismos fuimos eligiendo y repitiendo ciertas cosas porque nos daban buenos resultados. Y eso fue conformando una especie de lenguaje que es lo que hoy la gente escucha y reconoce como que suena a La Bomba. Si bien los géneros y estilos no son estancos, sino que van creciendo a lo largo de la historia, La Bomba básicamente es un estilo que se renueva constantemente, porque vamos dejando atrás cosas que no nos convencen más. Tratamos de lograr la síntesis del lenguaje. Cuanta menos cantidad de señas haya y se pueda transmitir algo, mejor, más limpio, menos energía gastada. Pero a veces se torna necesario inventar una seña nueva o agregarle algo para referir a un recurso que apareció.
–¿Creen que La Bomba aportó a la difusión y popularidad de la percusión en el país?
L. H.: –Sí, muchísimo. Incluso, muchos percusionistas nos llaman para averiguar cómo aprender el sistema de señas. Un objetivo de La Bomba es divulgar el sistema y que todos lo puedan utilizar.
A. O.: –Varios de nosotros fuimos a dar talleres en todo el país. Yo fui a entrenar a un grupo de Belo Horizonte que trabaja con señas allá. En Chile hay un grupo que se llama La Molestar Orquesta. En Río Gallegos hay otro grupo que trabaja con señas. También en Chaco, Neuquén y Mendoza.
–Al mismo tiempo, hubo un florecimiento de las fiestas y el baile como expresión cultural. ¿Eso responde a un contexto cultural y político?
A. O.: –Me parece que sí. La percusión, por ejemplo, viene creciendo hace años de manera enorme. Toda la música de festejos, como los bailes y las murgas, creció a partir de la vuelta de la democracia, puntualmente. En estos últimos diez años, cuando la democracia se afirmó, el Gobierno laburó mucho con relación a los derechos humanos, a las libertades individuales y colectivas. Me acuerdo de la ilusión que tuvimos con Alfonsín, con el tema de los juicios. Pero estos últimos años fueron un oxígeno y un afirmar de ciertos valores democráticos importantísimos. Hay un par de generaciones que ha crecido en democracia y eso hace mucho que no pasaba.
J. P. F.: –Otra cosa interesante fue la recuperación de los feriados de carnaval. Eso dio margen para que surgieran muchos más grupos, la gente se comprometiera más y las familias salieran a participar. Las comparsas y los carnavales se reflotaron también. De todas formas, el feriado de carnaval no es sólo para que toque un grupo de percusión, sino para que haya actores, malabaristas y para salir a la calle.
L. H.: –Estamos recuperando algo que nunca tendría que haber desaparecido.
A. O.: –Hubo también mucha inmigración africana en los últimos años. Han traído sus músicas y danzas. Hay especializaciones y posibilidades de aprender. Eso también contribuyó al crecimiento de la percusión, el baile y las fiestas.
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