Jueves, 22 de octubre de 2015 | Hoy
MUSICA › JOSé JAMES LLEGA POR PRIMERA VEZ A BUENOS AIRES CON YESTERDAY I HAD THE BLUES
El cantante es una de las figuras del sello Blue Note y en su más reciente álbum aborda el repertorio de Billie Holiday, a quien considera “la última gran cantante de jazz”. En vivo, además, recorrerá esas canciones iconoclastas, en clave de hip hop, de soul y de R&B.
Por Yumber Vera Rojas
Tres horas y cuarenta y cinco minutos. Eso fue lo que demoró José James en grabar su reciente disco Yesterday I Had the Blues, en el que repasa el fervoroso cancionero de Billie Holiday. “Estábamos en trance”, recuerda el artista estadounidense quien, de la mano de su disco, se presentará por primera vez en Buenos Aires. Será esta noche, a partir de las 21, en el ND Teatro (Paraguay 918). “Una vez que salimos de ese estado, entré en el cuarto de control del estudio, y le pregunté a Don Was (leyenda de la no wave, productor del álbum, y desde 2012 presidente del sello Blue Note Records) qué seguía. A lo que me respondió: ‘Ya está listo’. Así que quedamos consternados. Como se oye es exactamente la forma en que se grabó”. Pero la idea de esta producción, que salió a la venta en marzo pasado, se remonta a cuatro años atrás, cuando el icono del nü jazz conoció al programador de una sala de conciertos belga. “Luego de hacer un tributo a John Coltrane, me dijo que sabía que amaba a Billie, por lo que no sólo me incitó a hacer el disco, sino que se asoció”.
Además de reunir en un mismo estudio a lo que el cantante de padre panameño define como un “all stars” del jazz, con Jason Moran en piano, John Patitucci en bajo y Eric Harland en batería, Yesterday... sirvió de excusa para celebrar el centenario (sucedió el pasado 9 de abril) de una de las artistas más admiradas por James, al igual que una de las estrellas fundamentales del jazz. “La estudio desde que estaba en la secundaria”, confiesa, al otro lado del teléfono, el artista formado académicamente en The New School for Jazz and Contemporary Music, de la ciudad de Nueva York. “Billie es una figura muy particular en la historia de la música estadounidense. Al investigar, uno descubre lo difícil que fue su vida, en muchos niveles. No sólo se dedicó a luchar por su identidad, género y raza, por lo que fue a la cárcel y le restó trabajo, sino que, pese a todo, siguió haciendo una música que resistió al tiempo e inspiró a todo el mundo que la oyó. Por eso, la considero la última gran cantante de jazz”.
–Holiday fue una artista prolífica. ¿Cómo fue la elección del repertorio?
–La atención se centró principalmente en mi período favorito de su obra, que es a fines de los ‘50, cuando grabó para el sello Verve, acompañada por una versión pequeña de la banda de Count Basie. Al momento de escuchar a otros cantantes de esa década o incluso de los ‘40, sé a cuál período pertenecen. Pero con Billie nunca me pasó. Ella era muy fresca, mientras que su fraseo era avanzado y revolucionario. Sin embargo, también traté de centrarme en canciones compuestas por ella como “Strange Fruit”, o algunas autobiográficas de la talla de “Fine and Mellow”. Así que fue una experiencia mágica.
–¿Cuál fue la primera canción de Holiday que aprendió?
–Cuando la escuché por primera vez, no entendía lo que hacía. Ya de adolescente, quedé fascinado. El primer tema que me gustó fue “I Cover the Waterfront”, que no es una canción apropiada para un adolescente. Yo era un niño bastante raro al que le gustaba mucho De La Soul, así que la gente no me entendía. Pero no me importaba en aquella época ni mucho menos ahora.
Yesterday... es el sexto álbum del artista de 37 años, originario de Minneapolis, y el tercero para el sello Blue Note. También es el primero que parece haber conseguido traducir la impronta de Holiday al público del siglo XXI. Y es que la propuesta de James, al menos desde la aparición de su disco debut The Dreamer, en 2008, siempre estuvo a medio camino entre el jazz y el hip hop. “Todo los que escucharon hip hop alguna vez tuvieron una relación con el jazz. A partir de artistas de hip hop como los Beastie Boys llegué a Joe Henderson y Thelonius Monk. Y es que siempre veía los créditos de los samples para ver de quiénes eran”, explica el cantante actualmente establecido en Brooklyn, cuyo primer vinilo fue Purple Rain, de Prince. “Al jazz siempre lo asocié con artistas como Ali Shaheed Muhammad (DJ de la agrupación de jazz rap A Tribe Called Quest) y sólo más tarde que me di cuenta de que ningún chico de mi edad lo escuchaba. Aunque en esa época no sólo escuchaba rap sino que también era seguidor de Nirvana y Soundgarden”.
A pesar de que advierte que en su debut en Buenos Aires, aparte de su flamante disco, recorrerá esas canciones iconoclastas, en clave de hip hop, de soul y de R&B, que acercaron al jazz a la experimentación con la música electrónica e incluso a Frank Ocean, James parece haber recibido el llamado de la madurez musical en esta época. “Para bien o para mal, creo que mi acercamiento al jazz es muy tradicional. Aunque también es muy contemporáneo, porque intenté mezclar diferentes estilos para no ser encasillado”, señala el artista que reconoce que la relación con su ADN cultural latino es prácticamente inexistente. “Mi propuesta está a medio camino entre el jazz vocal y el jazz instrumental. Siento que pertenezco a esa escuela de Miles Davis de la producción y del líder de la agrupación, y donde se recogen los mejores músicos posibles (para muestra, en esta oportunidad vendrá al país junto al tecladista argentino Leo Genovese). A ese proceso le proporcionás con un mínimo de sentido y dejás que la música fluya por sí sola”.
–¿Qué opinión le merece el jazz de este tiempo?
–No soy el más indicado para hablar de estilos, quizá porque escucho muchos géneros diferentes. Me encantan desde Drake hasta Beck, pasando por James Blake, por ejemplo. Además, los miembros de mi banda no son músicos exclusivamente de jazz. Es más, no conozco a un músico de la escena, al menos la de ahora, que se dedique sólo a ella. Por lo que tampoco escucho estrictamente jazz. Y es que el concepto de las etiquetas me parece anticuado. Una vez más, se trata sobre la libertad plena, que es lo que pregonaban Coltrane y Miles.
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