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Martes, 18 de octubre de 2005

MUSICA › EL PEPSI MUSIC CERRO CON SPINETTA, RATONES PARANOICOS Y MUCHAS SORPRESAS

El rock también tuvo buena memoria

El recital del Flaco bajó un poco el tono de arenga y agite que tuvo casi todo el festival. En el escenario cerrado, Charly García y Gustavo Cerati actuaron como invitados de los Dura Beat. Vicentico, Bahiano y La Portuaria, entre otros, le dieron otro perfil a un encuentro marcado por la masividad.

 Por Cristian Vitale

Luis Alberto Spinetta se plantó en medio del enorme escenario de Obras Sanitarias, miró a sus músicos y arrancó con un tema de los tiempos de Jade: La herida de París. Su set desplegó distintos matices y se abrió a los diversos estados del alma que el Flaco suele filtrar en cada canción, pero en todo momento pareció prevalecer la sensación de que la música estaba por encima del evento. La imagen de Spinetta tocando y cantando, con miles de fans escuchando complacidos, contrastó con el código de comportamiento que impuso, con honrosas excepciones, el Pepsi Music que concluyó ayer: el de la arenga constante, movilizada desde arriba del escenario como garantía de entretenimiento. En la última jornada, el festival encontró cierto sosiego, como si hubiese advertido, de la mano de Spinetta, que el agite también puede ser un refugio interior. La de ayer fue también una noche especial, porque confluyeron, aun sin compartir escenario, tres grandes del rock nacional: Spinetta, Charly García y Gustavo Cerati.
Quizás, a priori, la oferta de grupos y solistas no era lo suficientemente “convocante”; por eso, a modo de bonus tracks, se colaron algunos números fuera de programa: así apareció Memphis la Blusera, con su Moscato, pizza y fainá y La bifurcada; con el mismo espíritu despreocupado –aunque con peor sonido– se mezclaron arriba del escenario Los Auténticos Decadentes y Turf, pero la de anoche, tal vez, no era la mejor jornada para su mixtura descontrolada. El broche bizarro –aunque entrañable– quedaría para Pity, que terminó el show de Intoxicados cantando Duérmete niño, ¡con el coro Kennedy!
El público que concurrió ayer al predio de Obras –un poco mayor de edad que la media adolescente que copó el resto del Pepsi Music– sabía que iba a encontrarse con una propuesta heterogénea, tanto en lo musical como en lo estético. Desde Ratones Paranoicos (que estaban tocando al cierre de esta edición) hasta Bahiano, pasando por Vicentico y La Portuaria, la última jornada fue desplegándose en relativa calma, sin sobredosis de adrenalina ni pogo establecido por decreto. Spinetta realizó un show memorable, en términos de concepción e interpretación. Acompañado por Claudio Cardone, Nerina Nicotra (la bajista deslumbró una vez más) y Sergio Verdinelli, dibujó musicalmente un mapa ecléctico y siempre cambiante, regulado sólo por el tono intimista que se empeñó en seguir, a contramano de toda épica festivalera. Sí puede decirse, de todos modos, que eligió un repertorio “histórico”, con piezas notables como Resumen porteño, Kamikaze (en una versión con matices más jazzeros que la original), Durazno sangrando, Laura va y Seguir viviendo sin tu amor.
Antes del Flaco, Vicentico había preparado el terreno con un concierto que reflejó, de a ratos, su vocación introspectiva. El cantante y compositor supo flirtear entre su pasado Cadillac y su presente de latinidad melancólica. Abrió con una versión de Live and let die y entregó, más tarde, temas como Bajando la calle, Soy feliz, La libertad. Hits de ayer (Demasiada presión) y de hoy (Los caminos de la vida) recibieron un apoyo medido del público, que también se encontró, por ejemplo, con una sorprendente versión de You should be dancing, de los Bee Gees, con cambio de letra incluido.
Antes habían tocado La Portuaria (que mostró un puñado de canciones nuevas, clásicos del grupo y un cover de In between days, de The Cure) y Bahiano. El ex Pericos esbozó en su set una orientación más “rockera” (dentro de los parámetros rockeros de Bahiano, claro), manifestada en los arreglos y en la actitud de su banda. Aunque presentó casi todo el material de su disco solista, BH+, el público (no más de seis mil personas había en el momento en que actuó) pareció más predispuesto a disfrutar de canciones pericas como Complicado y aturdido y ese enorme hit que es Casi nunca lo ves. En medio del show de Bahiano, corrió la voz de que Charly y Cerati estaban tocando con los Dura Beat en el escenario indoors. Así ocurrió, aunque no hubo cruce de estrellas. El público que corrió los metros necesarios para encontrarse con García y Cerati se encontró con los Dura Beat, que mantuvieron a todos atentos con sus “originales” versiones de Los Beatles, ajenas a cualquier idea de copia literal. Más allá de las virtudes de los Dura Beat, buena parte del interés estaba sujeto al aporte de los músicos invitados, que fueron muchos: estuvieron, entre otros, Emmanuel Horvilleur y Fernando Ruiz Díaz (el cantante de Catupecu Machu, con pantalones de cuero negro y su voz llevada al borde del colapso fue el intérprete ideal para Come toge-ther). Cerati, con bajo perfil (muchos tal vez ni hayan reparado en su presencia), cantó el hermoso I’m losing you, de Lennon solista. Charly, vestido de negro, se las ingenió para estar sin estar en el Pepsi Music: después de agradecerles a Lennon y a McCartney, rompió todo (metafóricamente hablando) con Back in the URSS, que pareció haber sido escrita (con perdón de Los Beatles y de los Dura Beat) para él. Fue una noche de grandes, pero sin desbordes efusivos. En el cierre del Pepsi Music, la música supo ganarse un lugar entre el pogo generalizado y la invitación al agite permanente.

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Luis Alberto Spinetta revisó buena parte de su historia, con un set despojado e intimista.
 
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