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Viernes, 4 de noviembre de 2005

MUSICA › TANIA LIBERTAD ACTUA EN BUENOS AIRES

“Los amigos me invitan y yo salgo corriendo para allí”

Nació en Perú, vive en México, es una estrella en Europa y mantiene una relación de mutua fidelidad con la Argentina.

 Por Karina Micheletto

Tania Libertad tiene 36 discos grabados y una carrera que la llevó desde Perú, donde nació, a instalarse en México, y de allí a transitar los escenarios más importantes del mundo, llevando en su voz la canción popular del continente. En la Argentina, sin embargo, se la conoce más por los trabajos que compartió con sus “pares-amigos” (Mercedes Sosa, Víctor Heredia y León Gieco, entre otros). Si en Europa está instalada como una de las voces femeninas de eso que se conoce como world music, aquí permanece en el boca en boca de un público fiel. Ahora acaba de editarse En vivo, dos volúmenes que contienen buena parte de su repertorio, con autores como Silvio Rodríguez, Chico Buarque o Armando Manzanero (con quien protagoniza dúos desde hace diez años y grabó dos discos).
Entre las canciones de autores argentinos aparecen, en esta selección, Razón de vivir, de Víctor Heredia, y una bella versión de Yo vengo a ofrecer mi corazón, de Fito Páez, en ritmo de landó. Justamente fue ella quien organizó la primera presentación de Páez en México, al igual que hizo con otros amigos suyos, como Gieco y Cesaria Evora. “De rato en rato tengo esos arranques de empresaria loquita, no gano dinero pero me doy el gusto de presentar a mis amigos aquí”, dice en diálogo telefónico desde su casa del DF, antes de viajar para las presentaciones de hoy y mañana en La Trastienda (Balcarce 460).
“La primera vez que oí cantar a Tania Libertad tuve la revelación de las alturas de la emoción a que puede llevarnos una voz desnuda, sola delante del mundo, sin ningún instrumento que la acompañara”, la alabó el Nobel José Saramago. “Tania cantaba a capella La Paloma, de Rafael Alberti, y cada nota acariciaba una cuerda de mi sensibilidad hasta el deslumbramiento.” Suena, justamente, a una declaración hecha desde el deslumbramiento, provocado, cuenta Libertad, en un concierto en homenaje a Alberti del que Saramago salió corriendo junto a su esposa para comprar todos los discos de la cantante. “Desde ahí forjé una gran amistad con él, y siempre que voy a verlo le llevo mis discos de a dos y de a tres, porque dice que sus amigos se los roban”, se ríe Libertad.
A lo largo de su carrera, Libertad compartió escenarios y grabaciones con colegas como Serrat, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Miguel Bosé, Cesaria Evora, Plácido Domingo o Armando Manzanero, entre otros. “Estoy muy contenta con las cosas que me ha permitido el destino. Todos estos fueron encuentros muy bellos, porque fueron con amigos y no por arreglos de disqueras”, dice Libertad. Pero a la hora de mencionar un disco especial, ella elige La vida, ese paréntesis, donde musicalizó poemas de Mario Benedetti en ritmo de salsa, bolero, tango o blues. “Nos conocimos en el Perú, él había ido a refugiarse allí después de que la Triple A lo amenazara en la Argentina”, cuenta la cantante sobre su amistad con el poeta uruguayo. “Luego nos vimos muchas veces en México, yo empecé a cantar, él se entusiasmó y sacó aquellos poemas, que todavía no había ni corregido.” En aquel disco aparecieron las palabras de Saramago: “Le pedí que escribiera algo a Benedetti, pero él pensó que iba a ser un autoelogio, no quiso. Entonces pensamos en Saramago, y le mandé un mail casi sin esperanzas, pero sabiendo que nada perdía. Para mi sorpresa, él me dijo que escribiría encantadísimo. A los tres días lo nombraron Premio Nobel, y yo pensé, bien, este hombre se va a olvidar completamente del asunto del disco. Resultó que lo escribió exactamente en el trayecto de Lanzarote, donde vive, hacia Lisboa, donde se organizaba una semana de homenaje por haber sido nombrado Premio Nobel”, cuenta asombrada Libertad.
–Usted dijo que la Argentina siempre le fue un lugar esquivo. ¿Por qué?
–Siempre es difícil para los artistas que decidimos irnos por la libre, sin ser promovidos por las grandes trasnacionales, la gran televisión o la radio. Nuestra carrera se hace más bien en base a los conciertos en vivo, al boca en boca, así se va haciendo nuestro público. En México es diferente, porque vivo aquí: ya llevo 11 años como artista independiente, y aun así tuve la suerte de hacer una serie de discos que vendieron más de 300 mil copias. En el resto del mundo, gracias al sello francés Luz Africa, mis discos se estuvieron distribuyendo mucho, y así pude entrar a circuitos europeos y a teatros importantes. Pero en el Sur es más difícil, estamos dominados por los grandes emporios discográficos y televisivos que manejan una música muy especial.
–Dicho así parece imposible que un artista independiente llegue a tocar en América latina.
–Pero yo tengo una suerte: soy una mujer de lealtades y de buenos amigos. Mis amigos argentinos me llevaron por primera vez en 1988, y la última vez que fui fue diez años atrás, en un Festival de Cosquín. Ahora, una vez más, los amigos salen a flote y te dicen: “Vente pa’ Buenos Aires”. Y yo, que soy una aventurera loca, voy corriendo para allá.
–¿Quiénes son esos amigos?
–Muchos. Naldo Labrín, que me va a llevar a cantar a la Patagonia y a La Pampa, estoy contentísima con eso. Mercedes Sosa, a quien admiro y adoro. León Gieco y Diego Torres, a quienes veo cuando vienen aquí. Baglietto, a él no lo he visto hace tiempo pero sigo queriéndolo muchísimo. Víctor Heredia, Tarragó Ros, Lucho González, que ha nacido en Perú pero a esta altura es como otro argentino... Muchos, ¿verdad?
–Y muy diferentes.
–Chabuca Granda, una grande a quien tuve la suerte de tener cerca mío, siempre decía que a sus amigos los hacía por afecto y no por ideología. Yo digo lo mismo.
–¿Sigue sin presentarse enTV?
–La TV nunca me gustó, debe ser un trauma que traigo escondido, porque en Lima fui presentadora de televisión. Hacía el programa Danzas y canciones del Perú, y después tuve uno propio, Tania presenta. Pero eso quedó atrás. La televisión es un medio que me pone muy nerviosa, siento que no te permite mostrarte como eres. Hablar y cantar frente a una máquina es muy frío. Prefiero Internet para pasar la voz y dar a conocer mis conciertos. La tele me da como impresión. Es algo lógico, ¿verdad?

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Tania Libertad fue elogiada, entre otros, por José Saramago.
 
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