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Jueves, 4 de diciembre de 2008

CINE › CUARENTENA, LOGRADA REMAKE HOLLYWOODENSE DE LA PELíCULA DE TERROR ESPAñOLA REC

Otra vuelta de tuerca sobre los zombies

¿Puede una película, copiada plano a plano, ser mejor que el original copiado? Aunque la diferencia entre ambas es apenas de matiz, Cuarentena logra extremar, gracias a una mayor eficacia en la puesta en escena, aquello que ofrecía su antecesora.

 Por Horacio Bernades

Pregunta para Adrián Paenza (o tal vez para Walter Benjamin): ¿Puede una película, copiada (casi) plano a plano, ser mejor que el original copiado? El problema se plantea ante Cuarentena, remake estadounidense de REC, film de terror español que aquí se estrenó meses atrás y en días más se edita en video. Aunque la diferencia entre ambas es apenas de matiz (hasta el punto de que para este cronista las dos merecen el mismo puntaje), Cuarentena logra extremar, gracias a una mayor eficacia en la puesta en escena, aquello que su antecesora ofrecía de más interesante.

En los papeles, todo es más o menos igual. La película empieza cuando se enciende una cámara de video que deberá funcionar, de allí en más, como ojo del espectador. Frente a ella, una animadora de televisión, aquí llamada Angela Vidal (Jennifer Carpenter, protagonista de El exorcismo de Emily Rose), conductora de un reality que muestra aspectos de la vida urbana. Para la ocasión, un cuartel de bomberos, en las horas vacías de la noche. En espera de que pase algo, se rellena la nada a la manera televisiva: con un poquito de histeria por parte de la conductora, un peloteo frente a un aro de básquet y una competencia, tipo programa de juegos, para ver quién se pone más rápido el uniforme. Es entonces, como en Cloverfield (construida sobre un dispositivo dramático y visual semejante), que un llamado, aparentemente de rutina, conducirá la normalidad más banal a la más salvaje anormalidad.

Tal como en REC, Cuarentena construye en su primera parte lo que podría denominarse “verismo artificial”, destinado a poner al espectador frente a una curiosa paradoja: descreer de lo real, para creer sólo en lo fantástico. En toda esa primera parte lo presuntamente “real” jamás deja de percibirse como eso, como presunción de realidad. Tal vez porque se imita un reality, que es de por sí la mera imitación de lo real. Desde el momento en que el miniequipo de filmación y los bomberos llegan al edificio desde donde vino el llamado de socorro, encontrándose allí con la policía y yendo al encuentro de lo desconocido, sucede algo que, tanto en términos teóricos como prácticos, reviste el máximo interés. La cámara, que hasta entonces había sido “el ojo de nadie” –como corresponde a la televisión– se vuelve cinematográfica, subjetiva, asumiendo, recién entonces, su lugar de ojo del espectador.

¿Qué es lo que produce ese viraje? ¿Algo inefable, imposible de medir? ¿O, por el contrario, la medición absoluta, alguna técnica o dispositivo visual preprogramados? Ninguna de ambas cosas, sino todo lo contrario: lo producen la emoción del espectador, su compromiso con lo narrado. Lo que antes se miraba ahora no puede dejar de verse. Tal vez sea eso y no otra cosa lo que diferencia la televisión, el reality, del cine, lo fantástico. Si Cuarentena promueve estas disquisiciones de modo más tajante que la propia REC, no es por alguna pretensión teórica de parte de sus responsables, sino por la intensidad con que se relaciona con lo real (lo real-filmado, no lo real-reality). Es allí donde la película coescrita y dirigida por John Eric Dowdle hace diferencia con su antecesora. Cuenta para ello con el notable trabajo del director de fotografía, el hasta aquí casi desconocido Ken Seng, cuya cámara parece tanto un ojo como un brazo, por el modo en que se agita, tiembla, corre, se enchastra de sangre y, de ser necesario, hasta (aporte que no estaba en el original) puede llegar a aplastar a algún zombie suelto a camarazo limpio.

Porque Cuarentena es, como REC, una de zombies, afectados por alguna clase de rabia, cuyo origen podría ser animal o algo tal vez más siniestro. Algo que los últimos sobrevivientes descubrirán, a oscuras, en un mórbido altillo, fragmento en el que la diferencia de intensidad entre una y otra tiende a agudizarse. Como ocurre también durante el enfrentamiento con el otro enemigo, tal vez más poderoso, en tanto representa el poder del Estado: el departamento de salud pública, que convierte el edificio contaminado en huis clos sin escape. Nada daba, en REC, tanto miedo como las luces enceguecedoras de esos agentes sanitarios disfrazados como de astronautas. O la remachadora con que cierran para siempre, se supone que por razones preventivas, lo que de allí en más se convertirá, para los vecinos del edificio, en tumba final.

7-CUARENTENA

Quarantine, EE.UU.,2008.

Dirección: John Eric Dowdle.

Guión: J. E. Dowdle y Drew Dowdle, sobre guión original de J. Balagueró, L. Berdejo y P. Plaza.

Fotografía: Ken Seng.

Intérpretes: Jennifer Carpenter, Jay Hernández, Johnathon Schaech, Rade Serbedzija y Greg Germann.

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Un llamado, aparentemente de rutina, conducirá la normalidad más banal a la más salvaje anormalidad.
 
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