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Domingo, 14 de junio de 2015

CINE › PETE DOCTER Y JONAS RIVERA HABLAN DE INTENSA-MENTE

“En Pixar, el arte siempre desafía a la tecnología”

El director y el productor de la nueva película del célebre estudio de animación describen sus métodos de trabajo y revelan sus fuentes de inspiración. “La caricatura y la abstracción nos interesan más que la realidad”, afirman.

 Por Ezequiel Boetti

La inspiración llegó como casi siempre: cuando menos se la esperaba, proveniente de un lugar inhabitual, entreverada en la rutina más pura y dura. Pete Docter veía a su hija de nueve años enérgica, vital y con la alegría propia de aquellos que aún conservan la inocencia de una visión forjada al calor de lo lúdico. Hasta que dejó de hacerlo: ella creció y mutó chispa por ensimismamiento, explosión por silencio. “¿Cómo pudo haber cambiado tanto? ¿Qué estará pasando por su cabeza?”, se preguntó. Coguionista de las dos primeras Toy Story y Wall-e, codirector de Monsters Inc. y UP, una aventura de altura y animador de otras tantas películas fundamentales de Pixar, el padre hizo lo que diez de cada diez artistas en esa situación. Esto es, buscar respuestas a través de su medio de expresión, poniendo su imaginación en este caso al servicio de un objeto creativo compuesto por partes iguales de amor, melancolía por aquello que se va para no volver y una andanada de gags que incluye a varios de los que estarán entre los mejores de 2015. Así, y con sólo 16 velas sopladas, la señorita Docter puede ufanarse de haber inspirado uno de los picos más altos de la historia del estudio del velador saltarín como es Intensa-mente, cuyo estreno nacional está agendado para el próximo jueves.

“Siempre hay que buscar la experiencia humana real.” La frase que Docter dijo a Página/12 durante la entrevista que brindó junto al productor Jonas Rivera sintetiza el núcleo ético y estético de este film y de todos los salidos del estudio creado por John sseter, aun aquellos fechados después de su pase a la órbita de Disney, en 2006, cuando varios coquetearon con la reiteración y cierta pereza ilustradas en una sucesión de remakes y fórmulas remanidas (“Es cada vez más difícil hablar y dar a conocer una película original”, reconoce Rivera). Estrenada con críticas laudatorias en el último Festival de Cannes, Intensa-mente no reduce su target a niñ@s ni mucho menos a ell@s a la categoría de infradotados, convirtiéndose en una película para todos los públicos como pocas en la cartelera comercial. “Los chicos van a disfrutarla en un nivel diferente que los padres. Incluso a veces ellos la entienden mejor que los adultos”, aseguró Rivera durante la conferencia de prensa realizada después de la proyección de prensa. “Lo que intentamos transmitir no es tanto un mensaje sino mostrar las dificultades que implica crecer. A medida que íbamos investigando, nos dimos cuenta de que las emociones nos sirven de diferentes formas según pasan los años. Por eso es increíblemente importante para una familia ser abierta, comunicativa y estar emotivamente conectada”, completó Docter.

La que está creciendo en la ficción es Riley, que a sus joviales y explosivos once años debe mudarse con su familia a San Francisco, dejando atrás a amigos y costumbres, además de la infancia. A partir de esa anécdota, Intensa-mente muestra el funcionamiento e interacción de sus distintas emociones internas, lideradas por Alegría (voz original de la comediante Amy Poehler), según las acciones del “mundo real”. “Creo que todos podemos relacionarlos con la idea de escuchar voces en nuestra cabeza, sentir de una manera pero finalmente actuar de otra. Fue muy divertido ver la película con nuestra familia porque uno de las cuestiones principales es que, más allá de lo que pase, todo puede estar bien mañana”, dice Docter antes de recordar los primeros encuentros con John Lasseter. “Lo que le gustó fue la oportunidad de entrar en la mente y experimentar cosas que todos conocemos pero nadie vio. Y también la idea de las emociones como personajes. Nosotros veíamos potencial cómico ahí, así que lo primero que hicimos fue focalizarlos en ellas. Fue un proceso de exploración creativa largo, con decenas de artistas haciendo muchísimos dibujos y un par de años para escribir el guión, tarea que habitualmente significa el 95 por ciento del trabajo: asegurarnos que funcione la historia, que estén bien determinados los personajes, los tiempos de cada situación. Cuanto más sabemos del guión y la historia, uno puede ser más eficiente en la animación.”

–¿En qué momento decidieron que las emociones tuvieran géneros distintos? ¿Cuál fue el criterio para determinar cuáles serían femeninas y cuáles masculinas?

Pete Docter: –Al comienzo pensamos que todas las emociones de Riley fueran femeninas, pero después nos dimos cuenta que habría más contraste y más humor si contemplábamos los dos géneros. Algunos nos marcaron el hecho de que las emociones de la mamá y el papá son todas femeninas y masculinas, pero eso nos daba un grado cómico mayor, además de permitirnos ubicar mejor al espectador: eran cuatro locaciones con 18 personajes, entonces teníamos que dejar bien en claro dónde estábamos. En ese aspecto no nos importaba tanto la cuestión científica como ser graciosos.

–¿Cómo siguió el proceso creativo?

P. D.: –Después pensamos en el comando central, que es donde trabajan las emociones. Y como habíamos decidido que esta película iba a transcurrir en la mente y no en el cerebro, no queríamos que aparezcan rodeadas de los componentes que hay en una cabeza, como vasos sanguíneos y esas cosas. Queríamos reflejar la sensación de estar en una nena chiquita, así que tratamos de combinar un pequeño mundo con reglas particulares y un negocio de Apple.

Jonas Rivera: –Cualquier cosa que uno observe puede convertirse en una película cuando se trata de animación. Podríamos hacer una sobre galletitas en frasco. Como productor me gustó que fuera un concepto claro y conciso, pero enorme a la hora de poder explorarlo.

–¿Esas posibilidades de exploración se deben a que, a diferencia de películas de Pixar como Toy Story, Cars o Buscando a Nemo, aquí la acción se sitúa en universos enteramente imaginados? ¿Es más complejo partir desde ahí, sin que existan puntos de contactos con lo real?

J. R: –Bueno, Intensa-mente se sitúa en un mundo del que no sabíamos absolutamente nada; cómo lucían las sillas, las mesas y ni hablar de los personajes. No había nada dado de antemano. Y cuando Pete dijo que era una película de la mente y no del cerebro, tuvimos una licencia artística muy grande para interpretar.

P. D.: –Tanto para ésta como para Monsters, Inc. hicimos una amplia investigación. En el caso de la primera, incluso nos sentamos en un placard, pero no pasó nada, entonces hablamos con expertos para ver cómo los chicos percibían a los monstruos. Para Intensa-mente hablamos con neurólogos, psicólogos y psiquiatras; queríamos interiorizarnos en el funcionamiento de la mente y los recuerdos, pero nos encontramos con que hay muchas cosas que no se sabe cómo funcionan. De hecho, algunos científicos decían que había tres emociones básicas y otros que no, que eran 26. Más allá de que no nos importaba la cantidad sino cómo actuaban y cuál era el área de acción de cada una, definitivamente fue una influencia para nosotros y encontrar imágenes para eso significó un trabajo grandísimo. Dependíamos de los artistas del estudio, quienes más que escuchar a la ciencia trataron de buscar dentro de sí para crear un mundo de manera intuitiva. En Pixar el arte desafía a la tecnología y la tecnología inspira al arte. La caricatura y la abstracción nos interesan más que la realidad, así que siempre estoy buscando excusas para que las historias sigan ese camino.

–¿A qué se refiere con “más interesado en la abstracción que en el mundo real”?

P. D.: –Es una de las cuestiones por la que estoy enamorado de la animación. Cuando uno logra una buena caricatura de una persona, ella se ve más real ahí que en una foto. La animación puede tomar la complejidad de la vida real, destilarla y filtrar todo aquello que no aporte un significado para generar algo más potente que lo real. Es una cuestión que me aclara y me permite entender mejor el mundo. John dijo que tenía que ser creíble, no real.

–¿De dónde viene la preocupación de Pixar por los mundos que coexisten con el terrenal pero son imperceptibles?

P. D.: –Creo que parte de la diversión proviene de la idea de mirar a un mundo con el que estamos familiarizados pero desde un punto de vista no habitual. Parte del desafío de Intensa-mente era llevar al público a un mundo que nosotros habíamos pensado, pero no habíamos visto. Aunque nuestras películas hablen de pescados, juguetes o autos, a la larga siempre se trata de nosotros, de nuestros miedos y sentimientos.

–UP se pensó antes de la explosión del 3D y se convirtió a ese formato en la posproducción. Aquí, en cambio, el 3D estuvo desde el comienzo. ¿Cambió la concepción creativa?

J. R.: –La buena noticia fue que no cambiamos mucho. Cuando hicimos Up no éramos fanáticos de la idea del 3D como la posibilidad de tirar cosas a la pantalla ni que saliera a buscar al espectador, sino que queríamos que funcionara como una ventana. Lo usamos mucho para darle profundidad visual: color, iluminación, detalles. Era otra herramienta para marcar dónde estaban los personajes emocionalmente. Pero terminamos haciendo la película como siempre. Compusimos las imágenes de la misma forma que antes y después hubo un equipo de artistas que acomodaron las cosas al formato 3D.

–En Monsters, Inc. había un peso muy grande de los sueños, Up estaba atravesada por los recuerdos de la ex mujer del protagonista y gran parte de Intensa-mente transcurre en la mente de una nena. Podría pensarse que tienen un interés particular por el subconsciente. ¿Es así?

P. D.: –Sí, totalmente. Muchas veces uno se pone a hacer una película sin saber por qué ni qué quiere transmitir. El proceso de descubrimiento es un viaje propio, como una suerte de terapia en la que uno empieza a entenderse más y mejor a uno mismo. Creo que de alguna forma tiene razón con su pregunta. Las películas tienen que ver con hurgar profundamente en nuestras vidas y tocar la de aquellos que las miren.

J. R.: –Si bien no están directamente relacionadas porque transcurren en mundos distintos, las tres juegan con la sensación de ser niños y mantenerse joven, como una suerte de Peter Pan. Esto estaba incluso en Up, que al fin de cuentas hablaba sobre un hombre dispuesto a todo con tal de aferrarse a algo.

–Además, el inconsciente es un terreno donde todo es posible, igual que la animación.

P. D.: –Sí, pero siempre hay que tratar de vincularlo con la vida normal, más allá de que las películas traten de bichos, autos o juguetes. Siempre hay que buscar la experiencia humana real, el tema, para que el film le hable e interpele el público.

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“No intentamos transmitir un mensaje, sino mostrar las dificultades que implica crecer”, dicen Docter y Rivera de Intensa-mente.
 
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