Miércoles, 5 de noviembre de 2008 | Hoy
DISCOS
5-Perfect Symmetry
Keane. Universal
El comienzo de Perfect Symmetry es desconcertante: con “Spiralling” es inevitable tratar de recordar los nombres de esas bandas pop clase B que ayudaban a rellenar –a menudo con hits– las programaciones de las FM de los ’80. Lo que podría ser un recurso curioso para arrancar termina siendo la idea rectora del disco, y entonces las cejas se enarcan un poco más. El par de citas demasiado textuales a Bowie no ayuda, y aun una linda balada como “You don’t see me” queda enrarecida por el canto alla Freddie Mercury. Intrascendente. E. F.
7-Quijotes al ajillo
Dawi y los Estrellados. La Cornamusa / UMI
Aun con su atmósfera oscura, de cuelgue intenso, el primer disco de Dawi y los Estrellados ya señalaba a un grupo a seguir. Quijotes al ajillo, el opus dos, abre el camino a una intención más cancionística, en la que la áspera voz del ex saxofonista redondo pone el clima justo para títulos como “La dolce far niente”, “Sapo”, “La bagayera” o “Su venir”. Nobleza obliga, el Indio Solari acompaña en “Gato negro”, que termina siendo uno de los puntos más altos.... pero no sólo por esa aparición estelar. E. F.
.10-Bach. Gubaidulina
Anne-Sophie Mutter. Deutsche Grammophon
Los dos conciertos para violín, cuerdas y bajo continuo de Johann Sebastian Bach están entre las obras más perfectas de la historia. Y la interpretación de la genial Anne-Sophie Mutter, junto a los Trondheim Soloists (con quienes ya había grabado Las 4 Estaciones) les hace justicia. Su lectura es enérgica, personal y, también, sentimental, Y el disco se completa con mucho más que un complemento: el bellísimo Concierto para violín y orquesta de Sofía Gubaidulina, dedicado a ella y, aquí, con dirección de Valery Gergiev. D. F.
10-At Carnegie Hall
Dave Brubeck. Sony
Grabado en vivo en 1963, cuando el revolucionario cuarteto del pianista Dave Brubeck estaba en la cima, este álbum doble acaba de ser editado localmente. Está, por supuesto, el saxo de Paul Desmond. Pero ni el contrabajo de Eugene Wright ni la batería de Joe Morello son datos menores –como lo demuestran en la famosa “Take Five”, de Desmond–. Entre las joyas aparece “Eleven Four”, también de Desmond: un pequeño experimento donde en cada compás coexisten una división en cuatro y otra en once tiempos. D. F.
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