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Miércoles, 30 de junio de 2010

DISCOS › CONCIERTO DEL BICENTENARIO. DOSCIENTOS AñOS DE MúSICA ARGENTINA

Un rescate musical necesario

La Sinfónica de Salta, dirigida por Luis Gorelik, no propone un panorama histórico, con representación de cada corriente y cada autor más o menos célebre, sino un concierto regido, sobre todo, por el interés de la música.

 Por Diego Fischerman

Si hubiese alguna obra argentina digna de formar parte del canon musical de Occidente, es posible que no hubiera manera de saberlo. País de primeras (y únicas) audiciones, donde las orquestas obedecen más a un “como si” que a verdaderos proyectos de política cultural y en que la salud de las instituciones dedicadas a la música llamada clásica se mide por lo que ponen a disposición del consumo pero no por lo que producen, son pocas las obras que han perdurado en el repertorio y casi ninguna la que, hasta ahora, podía ser escuchada en disco. El sello Sony, gracias a la iniciativa de Eduardo Dulitzky, quien trabajosamente sobrelleva allí la responsabilidad de los catálogos clásico y de jazz, acaba de publicar un álbum doble llamado Concierto del Bicentenario. 200 años de música argentina. Allí toca la Sinfónica de Salta, dirigida por Luis Gorelik y no se busca un panorama histórico, con representación de cada corriente y cada autor más o menos célebre sino, como su nombre lo indica, un concierto, regido, sobre todo, por el interés de la música.

La selección del repertorio incluye algunas de las piezas más características de las corrientes nacionalistas (sería más preciso llamarlas ruralistas, ya que los folklores urbanos allí no tienen demasiada cabida): “Gaucho (con botas nuevas)” de Gilardo Gilardi, el bellísimo “El llanto de las sierras” que Juan José Castro escribió como réquiem para su amigo Manuel de Falla, fallecido en Córdoba, el poco frecuentado Concierto Aymará para violín y orquesta de Luis Gianneo y su Obertura para una comedia infantil, obras sorprendentes cuando se despegan del telurismo más estandarizado. Y junto a ellas, transita por un verdadero clásico (del que, en la Argentina, no se encontraba grabación alguna), las Variaciones concertantes de Alberto Ginastera y por dos composiciones mucho menos previsibles: “Amo” de Virtú Maragno, una composición que logra abstraer la idea de nacionalismo de sus rasgos más aparentes y que está magníficamente orquestada, y las tempranas Variaciones para orquesta de Gerardo Gandini, donde la marca del dodecafonismo vienés es aún un rasgo central (y un rasgo, también, de identidad). La obra restante es la Suite argentina para guitarra, cuerdas, corno y clave, esa suerte de concerto grosso escrito por Eduardo Falú para él y la Camerata Bariloche, donde se destaca la escritura para la guitarra, con pasajes sumamente atrayentes, como en el segundo movimiento, “Misachico”.

La violinista Tatiana Somouil en el concierto de Gianneo y Eduado Isaac en el de Falú logran interpretaciones de gran nivel, al igual que una orquesta pareja en sus filas y donde se destacan los solistas de corno (Suite argentina, Gaucho...), flauta y oboe (Concierto Aymará), corno inglés (El llanto...), cello y arpa (Variaciones concertantes). Gorelik dirige con detalle y sensibilidad, sin dejar que el rigor se vuelva en contra de la expresividad. Una bella presentación y las excelentes notas de Pablo Gianera en el folleto interno completan los atractivos de una edición histórica, no tanto por lo que conmemora como por aquello por lo que será recordada.

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La selección del repertorio y la interpretación son notables.
 
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