Martes, 13 de julio de 2010 | Hoy
TELEVISION › LOS NúMEROS QUE DEJó LA TRANSMISIóN DEL MUNDIAL
Las cifras de rating de los partidos triplicaron el promedio diario de Telefe y quintuplicaron el de Canal 7. No funcionaron los programas “sobre” el Mundial.
Por Emanuel Respighi
El Mundial de Sudáfrica 2010 ya es historia y con su finalización los canales argentinos vuelven a transmitir sus habituales programaciones. Desde hoy, el debate sobre la indescifrable Jabulani y el análisis del andar de las distintas selecciones de fútbol que participaron del torneo, que finalmente quedó en manos de España, regresarán a ser potestad de los programas de fútbol. Como si no hubiera existido, los magazines, noticieros, periodísticos y ciclos de archivos no retomarán la justa futbolística al menos hasta 2014, cuando se dispute el próximo Mundial en Brasil. La TV volverá a su normalidad y Sudáfrica –que durante un mes estuvo presente a toda hora vía satélite– sólo será noticia por algún hecho social o político de relevancia. El atípico mes que cada cuatro años magnetiza la opinión pública y digita el mundo televisivo ya es pasado. Nunca mejor que el día después para analizar con todos los datos en mano si la transmisión del Mundial y los millones invertidos por Telefe, Canal 7 y TyC Sports –únicos canales que compraron los derechos de emisión de los partidos en el país– valieron la pena en términos de rating.
Que el fútbol es un motor de audiencia único y masivo es una verdad irrefutable en el mercado televisivo local. En tanto deporte predilecto de los argentinos, el activo del fútbol siempre es motivo de disputa entre los canales. Mucho más si el botín en pugna es nada menos que el Mundial. Para el que acaba de pasar, la novedad fue que en la TV abierta sólo Telefe y Canal 7 contaron con los derechos de transmisión, mientras que El Trece, una histórica pantalla futbolera, prefirió mantenerse lo más al margen posible (una vez que el seleccionado dirigido por Diego Maradona pasó a octavos de final, Telenoche convirtió buena parte de su duración en una suerte de programa deportivo). Una decisión –Fútbol para todos mediante– que pareció tener un anclaje mucho más político que televisivo.
Como era de suponer, la audiencia acompañó la cruzada mundialista con cifras de rating que beneficiaron a las señales que tuvieron los derechos de transmisión. Durante el mes mundialista, en los 22 encuentros que transmitieron Telefe y el 7, los canales alcanzaron cifras históricas. Por ejemplo, por una cuestión de encendido, calidad de imagen, costumbre y/o cábala, Telefe fue el canal predilecto de los argentinos para seguir a la Selección: cada vez que el equipo de Maradona jugaba, la transmisión del canal dirigido por Marisa Badía rondaba los 50 puntos de promedio, mientras que la del 7 promediaba alrededor de 15. Una diferencia de audiencia que se mantuvo inalterable hasta la eliminación del seleccionado nacional. Y que se extendió a la final del Mundial que disputaron España y Holanda el último domingo, donde la transmisión de Telefe midió 37,9 puntos y la del 7, 12,9.
La transmisión de Telefé del partido que Argentina y Alemania disputaron por los cuartos de final fue la más vista del Mundial, al alcanzar un promedio de 53,1 puntos (la mayor audiencia para una emisora en el último lustro). De todas maneras, en el canal estatal también tuvieron motivos suficientes para festejar como hacía rato no lo hacían: el encuentro entre Alemania e Inglaterra por los octavos de final midió 35,1 puntos, la medición más alta del 7 desde el Mundial de Italia, en 1990, cuando tuvo los derechos exclusivos del campeonato.
Para clarificar aún más la bonanza que trajo el Mundial para los canales que pagaron los derechos, basta promediar los 22 partidos que cada emisora transmitió (los cinco de Argentina, el de apertura, Brasil vs. Costa de Marfil, las semifinales, el partido por el tercer puesto y la final fueron por ambas pantallas) para concluir que el saldo fue positivo en materia de audiencia. En ese desagregado, las transmisiones de Telefe obtuvieron 30,7 puntos de promedio, mientras que las del 7 cosecharon 14,9. En el caso del primero, la cifra de los partidos casi triplicó su promedio diario, mientras que para la pantalla estatal el promedio de los cotejos del Mundial quintuplicó su media.
El dato que no deberían soslayar los programadores de cara a citas futboleras futuras es que si bien el Mundial funcionó como un imán para atraer televidentes, eso sólo ocurrió cuando la pelota se puso en movimiento. Es decir: tanto el 7 como Telefe comprobaron efectivamente el beneficio del Mundial alrededor de la transmisión de los encuentros (principalmente en la previa, en el durante y en el post-partido). El resto de la programación de ambos canales, sin embargo, no tuvo un visible efecto colateral positivo: en general, los programas mantuvieron su niveles de audiencia. Sin entrar en análisis artísticos, donde la cobertura mundialista volvió a dejar un rotundo saldo negativo, tampoco funcionaron los programas que la TV abierta produjo ad hoc (Diario del Mundial, Viva el Mundial) ni aquellos que tuvieron informes o salidas en directo desde Sudáfrica.
Párrafo aparte merece la cobertura en el cable, donde TyC Sports tuvo la exclusividad para algunos partidos. La emisora que transmitió diecisiete horas diarias con el satélite abierto desde tierra africana logró, con el Mundial como estandarte, colocarse como la señal más vista de la TV por cable durante junio. Así, de 7 a 24, el canal deportivo argentino midió en junio 2,53 de rating, superando a TN (1,89), Crónica TV (1,29), Canal 26 (1,04) y Disney Channel (0,80). Para una señal deportiva de cable, tener o no los derechos de transmisión de algunos encuentros no es un dato menor. En efecto, mientras TyC promedió 2,53, competidores directos como Fox Sports (0,42), ESPN+ (0,30) y ESPN (0,27) se ubicaron muy lejos, aun cuando buena parte de sus programaciones se emitían desde Sudáfrica. Una prueba más de que cuando se disputa un Mundial de Fútbol, al público argentino poco y nada le importan las palabras, análisis y comentarios de los periodistas rellenando horas. Sudáfrica 2010 volvió a ratificar que para el futbolero no hay mayor atractivo que ver rodar la pelota.
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