Martes, 3 de junio de 2008 | Hoy
Por Elsa Drucaroff *
Eloísa Cartonera apareció en la particular situación post 19 y 20 de diciembre de 2001. Como todas las clases medias, la nuestra se bandea: a veces cree que puede parecerse a los más ricos, pero a veces la hunden tanto que no tiene otro remedio que entender que no va a pertenecer nunca al otro lado y se solidariza con los más pobres..., hasta que le vuelve a ir un poco mejor y les da vuelta la cara, como ahora. Cuando supe de Eloísa, pensé que también tenía que ver con ese ambiente nuevo, que lamentablemente no continuó hasta hoy. Yo pensé que sería hermoso participar en eso de algún modo. Tardamos un tiempo en concretar, pero eso pasa siempre en las editoriales chicas que no pueden editar muchas cosas por año. Conozco bastante bien a dos de los fundadores, Cristian De Nápoli y Cucurto, son muy diferentes y no necesariamente coincido con ellos en todo, pero sí sé que su deseo de democratizar el capital simbólico, de juntar a los que por humildes no pueden acceder al placer de la literatura con los que tenemos el privilegio de gozarla no es un gesto exterior, viene de sus propias biografías, de sus propios orígenes sociales, y eso se nota en Eloísa, en su catálogo desprejuiciado y en la propuesta de libros donde la propia manufactura, el trabajo manual, está subrayado.
Yo vi el orgullo y la alegría en los ojos de las chicas que habían pasado la tarde pintando las tapas de Leyenda erótica, cuando fue la presentación de mi librito, y meses antes estuve en el local que entonces tenían en Almagro y me acuerdo de que tuvimos una hermosa charla sobre libros, Cristian De Nápoli, Cucurto y yo: el mate pasaba de nuestras manos a las de los cartoneros devenidos fabricantes de libros, que estaban con témperas y goma de pegar, los comentarios literarios se mechaban con comentarios sobre fútbol y chistes de la interna de un lugar de trabajo. Era raro porque nadie hablaba de lo que no sabía, pero al mismo tiempo todos prestábamos atención a todos, no cambiaba la onda al pasar de un tema “inculto” a uno “culto” y eso era vital y hermoso y se sentía en el clima de laburo.
* Escritora y crítica.
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