Es habitual que tipos como Gieco hablen “sin filtro” y ciertas intencionalidades periodísticas transformen en un todo alguna frase perdida... la insoportable levedad de los medios, al cabo. El es así, genuino. Se expone y se banca los golpes. Pero ahora está enojado. “Me lo dijo mi mujer, que es una capa: ‘cualquier cosa que opines respecto del Gobierno y el campo en este momento, te equivocás. Así que no hables del tema. Correte y chau’. Entonces, aprendí a hacer eso”, manda. Pero se ve que le faltaron un par de materias en el curso casero. No bien termina de transmitir el consejo, se sube al caballo a contramano. Habla de lo que no quería hablar. “El argentino adolece siempre del River-Boca. Si tocás para el Gobierno sos un artista K, y si lo hacés para el campo son un artista De Angeli. Acá hablan del campo, pero ¿de qué campo, loco?: los que regaló Roca y llenó la Patagonia de grandes hacendados con diez mil hectáreas, que siempre fueron golpistas? ¿O el de 30, 50, 100 hectáreas, cuyos dueños son de mentalidad bastante fascista, como era mi abuelo? Porque para mi abuelo, los indios no existían y los mestizos eran negros de mierda. Era un tipo de bárbaro, pero pensaba así. Después, está el campo de la gente que tiene 20 hectáreas y siembra tomate, y después los sin tierra. Ni el Gobierno ni De Angeli hablaron nunca de los sin tierra, así que mi lucha, mi esperanza y mi mente están en los sin tierra. Lo demás me chupa un huevo, es cuestión de los diarios.” La pregunta, en verdad, se refería más bien a las polémicas actitudes que decoloraron el Festival: Tarragó Ros intentando subir al escenario al hermano del piquetero de Gualeguaychú “para decir unos versos” y la hilacha de divo que mostró el Chaqueño Palavecino, por cuestiones de celo horario y grilla. Lo de siempre. Pero él lo resuelve por la tangente y sin nombrar. “Deben tener sus razones y sus equivocaciones.”