El deshielo de la historia
Marisa Silva Schultze estuvo presa e incomunicada casi dos meses durante la dictadura militar en Uruguay y su padre murió en el exilio. Sobre el momento histórico que se está viviendo en su país, a partir del hallazgo de los cadáveres de dos desaparecidos, dice que los uruguayos son lentos para procesar el pasado. “Creo que los dos cuerpos que se han desenterrado nos están permitiendo asomarnos a lo que vivimos. A mí me ha asombrado que mucha gente joven está internalizando algo que, hasta ahora, eran conceptos abstractos. Es como si 25 o 30 años después pudiéramos, a través de esto tan carnal, empezar a descubrir esa etapa de nuestra historia.” Henry Trujillo señala que para completar el relato del pasado reciente es necesario comprender el hecho de que la dictadura uruguaya no fue un accidente. “Quizá nos falte hacer carne que la dictadura fue la uruguayez hecha forma de gobierno”, explica el autor de Ojos de caballo. “Hace unos meses, Tabaré Vázquez, que no es santo de mi devoción, dijo algo con lo que estoy de acuerdo: ‘La culpa de la dictadura la tenemos todos’. Mucha gente salió a decir ‘yo no maté’. Hay que pensar que la dictadura tiene que ver con nuestra propia idiosincrasia. Uruguay es una sociedad muy intolerante y lo que estamos viviendo ahora es una especie de deshielo en el que los tiempos geológicos finalmente están cambiando, y se están resquebrajando algunas cosas. La ley de caducidad, que en mi opinión es una aberración ética, es algo que todavía cargamos como una vergüenza internacional y nacional que esperemos que en estos años la podamos resolver.” Silva Schultze asiente y agrega: “Esa ley legitimó la impunidad en toda la sociedad uruguaya”.
Desde otra perspectiva, porque es el mayor de los tres, Hugo Burel advierte que la dictadura fue un hecho muy traumático, sobre todo cuando se la analiza con posterioridad. “Pero otra cosa fue cómo se la vivió”, aclara el autor de El corredor nocturno. “Aunque no fui víctima directa de la dictadura, la padecí desde la posición de la mayoría de los uruguayos, en el sentido de estar un poco en el medio de una situación que no habíamos creado”, subraya Burel. “En todas las lecturas que se hacen sobre la dictadura se olvida un pequeño detalle: cuando los militares dieron el golpe y asumieron, si en ese momento hubiera habido encuestas de opinión, hubiera dado quizás un apoyo mayoritario. Había en la mente del uruguayo una idea muy primitiva de lo que era la posibilidad de un militar en el gobierno. En la cabeza de la gente había una idea de orden, de autoridad, de intolerancia, de disciplina. No es ajeno a todo esto que el líder de la izquierda que surgió con el Frente Amplio fue un general, Seregni. Había en el aire una tendencia a ver la respuesta militar como aceptable, algo que hoy sería imposible porque los militares en Uruguay están sepultados debajo del desprestigio.”