OPINION
Tan querido y tan cercano
Por JORGE LAFFORGUE
Un par de décadas atrás los argentinos buscábamos, con mayor o menor optimismo, hacer de la noche cercana un mal sueño, una pesadilla de no retorno. La Secretaría de Cultura de esta ciudad organizó por esos días un megacongreso que fue festejo y reencuentro. En él me tocó coordinar una mesa redonda conformada por tres periodistas notorios: Carlos Gabetta, Jorge Lanata y Eduardo Galeano. Antes de cederle la palabra al escritor oriental, que hacía su primera incursión porteña tras la dictadura y el exilio, señalé la estrecha relación afectiva entre los habitantes de ambas márgenes del Plata, y melodramáticamente rematé: “Para mí, Montevideo es un barrio más de Buenos Aires, uno de los más queridos”. En un pasaje de su encendida intervención, Galeano aludió a “este barrio de Montevideo llamado Buenos Aires”. Con incomodidad reparé en mi escaso tacto para proclamar el afecto profundo. Hecha la salvedad, espero que ninguno se sienta molesto si declaro que Uruguay es mi segunda patria y que seguramente muchos argentinos comparten este sentimiento.
Si afirmo que en los albores del siglo XX Martí y Darío fueron figuras de proyección continental y que la semilla modernista maduró también en España; si afirmo luego que en los años sesenta con el famoso boom de la novela latinoamericana, Cortázar, García Márquez, Fuentes, Vargas Llosa, Donoso, entre otros escritores, borraron las fronteras nacionales e hicieron de nuestro idioma una sola patria; bien puedo afirmar que hoy estamos asistiendo a un proceso de restauración y futura confraternidad latinoamericana. Porque si las dictaduras de los setenta quebraron aquellas articulaciones trabajosamente logradas, en estos últimos años, sin que aún hayan cicatrizado del todo las heridas, una nueva red se está tejiendo en el cuerpo de la cultura de América latina.