LITERATURA
Afectos rarísimos
En otro de los relatos destacados de El libro de los afectos raros, Carlos Gamerro se ocupa del romance imposible entre un treintañero y una nena de nueve, en verdad su alumna de clases particulares de matemática. El relato va un paso más allá de la Lolita de Nabokov, aquí donde nada hace previsible la atracción del adulto por la prepúber, narrando un vínculo que ni siquiera hace foco en la explosión de la sensualidad adolescente sino un paso antes. La nena asegura que ya cogió; su padre fomenta el vínculo con otro tipo: las clases se convierten en un hecho erótico que vence el tabú. “Marina te manda muchos besos...”, le dice el padre en este triángulo no convencional, ajeno al runrún típico de la corrección política. La ficción de Gamerro se anima a lo imposible, desconoce un corset de restricciones que llegarían del territorio de la moral..., se deshace de realismo y proclama la autonomía de la literatura por encima de cualquier otro discurso: allí no ingresan ni el testimonio, ni la religión, ni la psicología, ni las consignas de género, ni siquiera los derechos del niño.