TEATRO
Una nariz natural
Norma Aleandro tenía 13 años cuando integró el elenco de la Universidad de La Plata que presentó entonces un auto sacramental del español Josef de Valdivieso en el atrio de la catedral de esa ciudad. Bailó, también, sobre una coreografía de la célebre María Ruanova. En aquel tiempo tomaba clases en el Instituto de Arte Moderno. Interpretó el simbólico personaje de El Alma, en La Plata, en la catedral de San Isidro y la Iglesia de los Padres Benedictinos (en el barrio de Belgrano). “Ese fue mi inicio –cuenta–, que se dio casi al mismo tiempo que en el radioteatro, en Las dos carátulas, donde hacíamos teatro universal. Después de ese debut trabajé con Ana Lasalle, en obras del teatro clásico español. Tenía facilidad, por mi abuela española, que me crió.” En cine actuó en La muerte en las calles (1952), de Leo Fleider. “Norma Giménez y yo hacíamos de hermanitas”, apunta. Hubo un período en que se dedicó exclusivamente al teatro y la televisión: “Los directores de cine me pedían que me operara la nariz. En esa época la moda era tener una nariz pequeñita y respingada. Las actrices que querían tener trabajo seguido se operaban. El primero que me lo dijo fue Fernando Ayala y después Mario Soffici”, recuerda. “Al final, cuando yo era más grande, Ayala me ofreció actuar en La fiaca. Ni loca me hubiera operado. A mí me parecía que mi nariz estaba muy bien.”