TEATRO
La libertad de escribir
Además de la escena y el cine, Aleandro escribe, dibuja y pinta. “Escribir es para mí un lugar de libertad”, confiesa. “No quiero convertir a esta actividad en una profesión. Tardé tres años en entregar unos poemas a Enrique Pezzoni y Alberto Girri, cuando ellos trabajaban en la editorial Sudamericana (Poemas y cuentos de Atenazof, 1986). No me pongo límites, escribo con libertad, y algunos poemas eran autobiográficos. Pensé: ya tengo bastante exposición como actriz y directora. Tampoco quiero crear expectativas con mis pinturas y dibujos, que en general son cómicos.” Aleandro sabe ser traviesa en la escena; admite poseer una veta cómica y dice regocijarse cuando la descubre en otros: “Algunas actrices de Cinco mujeres para un mismo vestido tienen esa chispa”, adelanta. Admira a Enrique Pinti y a Guillermo Francella: “Los adoro, son maravillosos. Me encantaría hacer teatro con ellos, que lo saben, pero hasta ahora no se dio”. Tuvo, sin embargo, su desquite en las últimas temporadas con otro tipo de humor, actuando en Mi querido mentiroso, de Jerome Kilty, o dirigiendo en el Teatro San Martín Hombre y superhombre, del filoso Bernard Shaw.