La agrupación fundada por los Anitelli está signada por las innovaciones, especialmente en lo que respecta al modo en que articula la producción, circulación y consumo de lo que hace. “Nuestra jugada –explica Fernando– es hacer conciertos a precios populares, donde se puedan comprar CD y otros objetos. El que no tiene plata puede traer libros para canjear o armar una muestra de fotos, lo que sea”. La plata, por lo tanto, viene de los shows y de lo que en la jerga de las corporaciones se llama merchandising. “Lo que logramos con eso es librarnos de los intermediarios culturales. Nuestras rescisiones de contrato son, en todo caso, pura y exclusivamente con el público”, enfatizan los hermanos.

Hay quien opina que repetir una y otra vez canciones sobre un escenario termina desgastando al arte y al artista. “Al contrario –se planta el cantante–. Las canciones no son como ruedas de auto, que si las hacés girar una y otra vez se hacen bolsa. Si la frecuentás seguido, una obra de arte muta y sigue creciendo.” El colectivo está integrado por veinticuatro personas, incluyendo a catorce músicos, cuatro malabaristas y el equipo técnico. “Es perfectamente posible vivir de esto. Justo lo contrario a lo que sostienen tantos artistas que se dicen de izquierda y no asumen una posición respecto de la criminalización de su público. Si te fijás, suelen ser precisamente aquellos que han llegado a tener una posición buena en el seno mismo del mercado discográfico”, acusa Gustavo, e inmediatamente invita a conectarse con las iniciativas hermanas de Teatro Mágico, aglutinadas alrededor del sitio musicaparabaixar.org.br.