espectaculos

Viernes, 12 de febrero de 2010

MUSICA

El festival preferido por los músicos

Germán Daffunchio
(Las Pelotas)

Estuvimos en todas las ediciones y para nosotros siempre significó el único festival verdaderamente federal que hay en el país. Cuando se hacía en la plaza, los primeros años, era distinto porque era dentro de la ciudad y había como un poco más de tuco entre la policía, la seguridad y el miedo que tenía el pueblo a que el rock se lo comiera vivo. Pero esos primeros años sirvieron como experiencia para que los organizadores pudieran armar lo que arman ahora, en San Roque, un lugar mucho más lindo. Se está trabajando bien. Recuerdo cosas que no me gustaron, como Deep Purple, por ejemplo: me parecieron unos ladrones. Pero en general los shows están bien. Nosotros venimos a San Roque por una cuestión sentimental y, sobre todo, por la gente que viene de los pueblos. Hay personas que están todo el año juntando guita para poder ir al festival y eso merece mucho respeto. Además, siempre la pasamos bien porque nunca pedimos hoteles con cortinas especiales o flores de determinado color. Nos adaptamos a las circunstancias, a lo que hay, y lo que hay es cada vez mejor. Mejor y distinto a los festivales de Buenos Aires, porque hay gente que se hace 400 kilómetros para disfrutar y no va a pararse fríamente a ver si les gusta o no, para después tomarse un colectivo. Alrededor, en los campings, hay mucha diversidad de culturas... Está bueno encontrarse con gente con sueños o ideales parecidos a los de uno. Esa convivencia es la otra parte del festival.

Adrián Dárgelos
(Babasónicos)

Estuvimos en siete ediciones, si mal no recuerdo. Los festivales son complejos por la cantidad de escenarios, talento e infraestructura que reúnen; entonces resulta un logro loable un festival gigante como el de Cosquín, no sólo para la Argentina sino para América latina. Si a eso se le suma que se hace en un lugar alejado, especialmente montado para el festival, da como resultado una especie de Woodstock. Me parece muy importante porque mantiene la vigencia y el presente de la música de rock en Argentina. Cuando empecé a tocar no se hacían estas cosas, por eso está bueno que suceda. Le tengo un cariño especial al festival. Nos ha tocado cerrar alguna vez, pero ahora creo que se progresó porque ya no cierran las bandas más grandes. También me gustó el cambio de lugar, porque en San Roque la gente está más cerca. La Próspero Molina está diseñada para que la gente vea sentada desde lejos y el rock necesita cierta interacción con el público. Las acciones de la banda se miden en reacciones del público y eso es lo que ganó el festival al mudarse a San Roque. Me gustó mucho la primera vez que se hizo ahí, fue muy emotivo. Y, en general, me gusta más que los que se hacen en Buenos Aires. Se disfruta más porque uno está alejado de todo. Los de Buenos Aires quizá tienen mejor soporte tecnológico, pero el Cosquín lo supera en clima y topografía... Es como una peregrinación desde todos lados hacia el rock. Y me gusta esa sensación de traslado.

Mosca
(2 Minutos)

Es el mejor festival que hay en Argentina, por tradición y su cosa de Woodstock. Perdí la cuenta de cuántas veces estuvimos, pero fueron una bocha... Seis, siete, tal vez. La primera vez que tocamos, en la Próspero Molina, estaba hasta las pelotas de gente y no me puedo olvidar de las heladeras de la cerveza que auspiciaba, que saqueábamos a lo zonzo. Pensé que nos iban a dar un par de cervecitas así nomás y había pasillos llenos de heladeras con cerveza hasta para nadar. Después, en la nueva locación, casi siempre nos tocó tocar con lluvia, y fue una fiesta inexplicable. ¿Un mal paso? La última vez que fuimos nos tocó un chofer que era un pelotudo, casi lo cagamos a palos. Estaba lloviendo, estábamos por cargar las cosas y el tipo nos dijo “apúrense, que mañana tengo que laburar”. “Pará, loco, si te están garpando nos tenés que llevar.” En un momento le dijimos “ma sí, metete la combi en el orto, pelotudo”. Nos fuimos caminando desde el fondo hasta la entrada con los equipos y los instrumentos, y antes de salir se comió un cachetazo. Me parece que ahí nos sacaron la roja, porque veníamos acumulando amarillas. Tal vez por eso no estemos en el festival este año. No sé, nos pasó de quedarnos varados en Cosquín cuando teníamos que tomar el micro de vuelta; otra vez nos echaron de un hotel por hacer bardo... No rompimos nada, pero nos tuvimos que ir. Cosquín es como un libre albedrío para las bandas, más para una banda como la nuestra. Siempre nos pasan cosas insólitas.

Compartir: 

Twitter

SUBNOTAS
 
CULTURA Y ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.