LITERATURA
- Noé Jitrik (escritor): “Había encontrado un giro muy personal, que implicó una especie de crítica al lenguaje realista de la novela predominante, con un elemento lírico-poético que le permitió en casi todos sus libros y con una unidad muy grande perseguir un ritmo. Algo así como lo que había buscado Rubén Darío inicialmente. En su obra está esa persecución de un ritmo muy obsesivo, muy seductor y, al mismo tiempo, vinculado con una originalidad temática que consistía sobre todo en una posición: ¿Por qué no esto? ¿Qué podría pasar si...? Por ejemplo, qué podría pasar si todo el mundo se volviera ciego, si todo el mundo votara en blanco, si Cristo no hubiera sido lo que dice la Biblia. Ese interrogante es el punto de partida de una narración con un ritmo obsesivo, seductor, que no se puede abandonar”.
- Darío Fo (escritor italiano): “Perdimos un grandísimo autor que tenía aún extraordinarias ideas que desarrollar. El gran disgusto no es sólo el hecho de que nos falte, sino que nos falten también los trabajos que estaba escribiendo”.
- Alberto Szpunberg (poeta): “La noticia me la dio gente que no está dedicada a la literatura, lo que habla de un público amplio. Eso se consigue con una obra abarcadora, de una gran claridad y de horizonte muy amplio. Confío en que la gente seguirá leyéndolo”.
- Elsa Osorio (escritora): “Leí El Evangelio según Jesucristo hace mucho. Y me parece que, además de ser un excelente escritor, fue muy importante para que la lengua portuguesa tomara relieve. Saramago también colaboró de una manera muy directa y muy comprometida con causas que nos incumben, concretamente de derechos humanos. Yo viví en España y recuerdo que en uno de los organismos ligados a los juicios del juez Baltasar Garzón, Saramago se comprometió en ayudar y poner su nombre. Obviamente, son cosas que van más allá de su obra pero que uno no puede dejar de reconocer”.
- Luis Mattini (escritor): “Fue un gran escritor pero además tuvo una virtud como hombre político. Se definió como ‘comunista hormonal’ pero nunca fue stalinista. Nunca subordinó el arte a la política. En ese sentido, sus obras, si bien tienen un contenido, no son panfletarias. Y fue un hombre con una sensibilidad excepcional como escritor, digno de los mejores escritores de lengua portuguesa, como Pessoa. Lo que más admiro de su obra es la capacidad que él tenía como escritor de captar el sentido del común de la gente que no es lo mismo que el sentido común”.
- Luiz Inácio Lula da Silva: “Los de la comunidad lusófona, tenemos mucho orgullo de lo que hizo su talento por el engrandecimiento de nuestro idioma. Intelectual respetado en todo el mundo, Saramago nunca olvidó sus orígenes, tornándose militante de las causas sociales y de la libertad por la vida. Quiero solidarizarme, en nombre de los brasileños, con toda la nación portuguesa por la pérdida de su hijo ilustre”.
- Eduardo Mileo (escritor): “Era un escritor al que nada de lo humano le era ajeno. Sus libros, sus larguísimas parrafadas de páginas completas, se relacionan con el paso del tiempo, que pasa siempre lleno y siempre está, y con la materia, que es vacía pero sólida. Según él decía, sus textos son una metáfora del infinito, y también son una manera de contenerlo”.
- Sergio Olguín (escritor): “Fue probablemente el último escritor importante comprometido políticamente. Combinó una escritura brillante y seductora en su técnica con temas que eran polémicos, que despertaban en la sociedad todo tipo de discusiones y de lógicas. Lo que me gusta de esa escritura envolvente, musical, que hace entrar a una sensación de ilusión y te traslada a un universo literario en el que hay un fuerte compromiso”.
- Víctor Heredia (músico y escritor): “Siento que se ha ido alguien muy importante en este siglo, que en realidad abarca el siglo pasado hasta ahora. Y que le pasó lo mismo que a muchos que tuvieron un punto de vista distinto respecto del ser humano y su creación: le costó el exilio en Lanzarote, porque la sociedad portuguesa se sintió ofendida. Su ateísmo era absolutamente confeso y ser ateo no es ser un negador, sino aceptar lo que camina, lo que existe, lo que propone vida: lo contrario a lo que algunos supuestos católicos sostienen”.
- Jorge Majfud (escritor): “Se le podía criticar cualquier cosa menos liviandad, menos cobardía intelectual. Cuando hoy domina el paradigma del mercado de una literatura fácil de leer, libros como El ensayo sobre la ceguera quedarán como ejemplos de que la literatura no es mera diversión, que la literatura es precisamente ese eterno ‘algo más’ que lleva el arte de la palabra. Sólo ese libro hubiese justificado a Saramago. El se empeñó en darnos más y más ejemplos de gran literatura”.
- Sergio Ramírez (escritor nicaragüense): “Fue la conciencia de la literatura y un juez severo de su época, de sus inequidades e injusticias, sensible y amoroso al mismo tiempo, como lo fue con las palabras, que fueron su pasión. Era capaz de aguarle la fiesta a cualquiera porque no tenía pelos en la lengua. En una época en que la palabra ‘compromiso’ perdió todo su significado, él lo siguió dando, haciéndonos recordar que detrás de las palabras del escritor hay una responsabilidad con lo que se dice y con lo que se hace. Decía que su oficio era levantar piedras, y no era su culpa si debajo de esas piedras había monstruos que quedaban al descubierto. No hay palabra mal colocada en las páginas de sus novelas”.
- Gioconda Belli (escritora nicaragüense): “Siento como si la garganta poética del mundo hubiese perdido una de sus cuerdas vocales. Saramago abrazó con su literatura el corazón confundido de esta generación post Guerra Fría, y con una ironía sin puñales, dulce pero afilada. Apuntó a los males que nos aquejan como especie en estos tiempos: la ceguera, la indiferencia, la duplicidad, la vacía religiosidad”.
- Gonzalo Rojas (poeta chileno): “¿Cuántos años tenía José? Era un muchacho. Yo tengo 93 y me siento un jovenzuelo. Tuve la suerte de estar con él en su pueblo. Como narrador tenía altura, carácter y gracia, que convirtió en libertad para expresar, con valentía, la realidad”.
- Alvaro Mutis (escritor colombiano): “Lo admiraba porque tenía una mezcla de rigor muy bien colocada en todos los actos de su vida y al tiempo era un hombre gentil”.
- Maria de Medeiros (actriz y cantante portuguesa): “Estoy realmente triste. Por un lado era nuestro Premio Nobel, y por otro un grandísimo escritor universal. Es la pérdida de un amigo que siempre estuvo cerca de la gente, de la realidad y de sus amigos”.
- Ernesto Cardenal (poeta nicaragüense): “Era un gran escritor, merecedor como pocos del Nobel, pero además un bello ser humano, un comunista honesto, defensor de todas las buenas causas”.
- Jorge Boccanera: “Rescato estas palabras que lo definen: lucidez, imaginación y conciencia. Era un hombre sencillo y generoso, y siempre alentó mi poesía. Yo le mandaba cosas y él respondía con juicios críticos, de modo que cuando terminé Bestias en un hotel de paso, en 2000, me mandó un prólogo para ese libro. Es un orgullo. Lo considero un maestro, un fabulador con una conciencia siempre alerta, una ética blindada”.
- Nélida Piñón (escritora brasileña): “Sabía que estaba frágil, pero siempre pensé en Saramago como un inmortal por su propia obra, por sus hechos humanos. Lo había eternizado. Saramago le dio a esta lengua grandes alegrías, le dio el Nobel y la obra que seguía produciendo como un hombre joven con todo su coraje. Fue un escritor activo y productivo hasta el último suspiro”.
- Ariel Bermani (escritor): “La muerte es algo que nos pone mal. Pero en el caso de un escritor quedan los libros, que hacen su camino y circulan, sobreviven. Y más en el caso de Saramago. Es un tipo al que va a costar pensarlo como alguien que está muerto, y es un escritor universal que seguirá circulando porque tiene voz propia. La respiración de la prosa, las frases largas, el modo en que incluye los diálogos son pequeñas innovaciones, marcas de Saramago, y van a permanecer. Era contundente, no dejaba dudas sobre lo que pensaba sobre la sociedad o la literatura”.
- Fernando Meirelles (director de Ceguera): “La lucidez en aquel grado es un privilegio de pocos. No consigo escapar al cliché, pero el mundo quedó todavía más burro y más ciego hoy. Era un hombre lógico, decía que la muerte es simplemente la diferencia entre estar aquí y ya no estar”.
Producción: María Daniela Yaccar y Oscar Ranzani.
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