Miércoles, 17 de noviembre de 2010 | Hoy
CULTURA › OPINIóN
Por Jorge Coscia *
Para los países de la región, nuestra unidad existe y es indestructible: es la unidad cultural. Como decía Neruda: “Se llevaron el oro pero nos dejaron las palabras”. Y es de esa doble raíz, anclada en los pueblos originarios y en el legado europeo, vía la colonia y la inmigración, de donde se nutre nuestra especificidad regional. Sin embargo, pese a los esfuerzos titánicos y los avances de los últimos tiempos, somos todavía una unidad desestructurada. Integrados por abajo, en lo esencial, nos falta que eso se exprese en nuestras instituciones más claramente. Por eso trabajar sobre lo cultural, sobre los desafíos comunes que tenemos de cara a los procesos que celebran y reflexionan en torno del Bicentenario que supimos construir, es la mejor manera de ir desandando la desintegración. Encuentros como esta Feria del Libro Social Político son precisamente productivos en tanto que implican necesariamente trabajar sobre el cemento de lo que más en común tenemos los latinoamericanos: nuestra identidad cultural.
Los intelectuales que fueron convocados a las conferencias que enmarcan esta feria apuestan y trabajan, desde sus diversas trincheras, por la integración. Esta, lo sabemos bien, no surge por obra y gracia del comercio internacional o de la fusión de los mercados. Es un proceso que hay que encarar pacientemente, que implica fundamentalmente un reconocerse en la mirada del otro, en la voz de otros. Es una tarea que demanda encuentros interpersonales. Y eso es siempre muy placentero también. La Secretaría de Cultura de la Nación va a presentar, en este marco, el libro América Latina 200 años, en el que escriben prestigiosos académicos y pensadores de Argentina, Chile, Colombia, Bolivia y Brasil con un análisis de toda la región y una perspectiva a futuro en relación con la unidad continental. Se trata de un aporte plural y original al debate de ideas sobre los desafíos y las posibilidades que tenemos para continuar profundizando este camino de convergencias. Porque la unidad que nos atraviesa a los países de la región es sobre todo unidad problemática y programática a la vez. La discusión en nuestros países pasa por ver cómo revertimos de la mejor manera los terribles legados del neoliberalismo y profundizamos la democracia en la región. Cómo encaramos, por caso, de la manera más democrática e institucionalizada posible, las transformaciones necesarias en la democratización de la palabra, sin la cual no hay política cultural profundamente integradora. Argentina, en ese punto, me llena de orgullo decirlo, ha avanzado en una dirección muy alentadora con la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
Los gobiernos de los últimos tiempos, tanto más parecidos a sus gobernados que a los tradicionales factores de poder, han significado una contribución esencial a dar respuestas concretas y plantear los grandes desafíos que todavía tenemos que atravesar. Ese empuje inicial, sostenido con políticas y política en el tiempo, debe ir dando forma a que haya más encuentros multilaterales de artistas, intelectuales, pensadores comprometidos con el sueño de Patria Grande que soñaron otros antes que nosotros. De eso se trata, en definitiva, este encuentro: de un paso crucial, uno más, para la institucionalización de la integración cultural de la región. De seguir soñando la unidad, y trabajando para construirla.
* Secretario de Cultura de la Nación.
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