Sábado, 26 de febrero de 2011 | Hoy
MUSICA › ENSAYAN DESDE HACE DOS AñOS
Luis Alberto Spinetta se colgó la acústica y ante 40 mil personas dijo: “No sé cuándo esta canción se va a volver a cantar, pero está dedicada a Julia Ramírez Spine-tta: mi vieja. ¡Mamá, acá viene lo tuyo!” Era la madrugada del 5 de diciembre de 2009 y entonces todo Almendra, de pie, cantó “Muchacha, ojos de papel”.
“Salió impecable, pero fue peligrosísimo”, recuerda Rodolfo García. “Porque muchas cosas se pueden disimular con un bajo sonando a full y una viola distorsionada, pero con una guitarra sola y cuatro voces... ¡podríamos haber ido presos con mucha facilidad! Confieso que no me esperaba algo tan enorme; cuando llegábamos en la combi al estadio de Vélez parecía que la Argentina jugara la final del Mundial: una oleada de gente, autos que iban en nuestro mismo sentido y que, cuando sus ocupantes nos veían, nos hacían así (se golpea el pecho con un puño). Es decir: no era algo ‘musical’, te estaban diciendo: ‘¡Estamos juntos de vuelta, acá!’. Y a mí me pasó algo parecido. Vi casi todo el concierto junto con otros músicos desde la mesa de monitoreo, y en otros shows siempre estoy en ese mismo lugar, pero los comentarios suelen mechar algo musical con algo que te causó gracia en la platea, o que alguien te marca una mina, pura dispersión. En Vélez estábamos todos en un silencio total, no volaba ni una mosca. Mirábamos el escenario y cada detalle: lo que se cantaba y lo que se tocaba; cómo entraba y cómo salía un tipo de escena... plenos de emoción. Nunca viví tanta intensidad, salvo... ¿sabés cuándo? En el Bicentenario (N. de R.: García tocó con Nebbia, Emilio del Guercio, Miguel Cantilo, Silvina Garré, Ricardo Soulé y otros). Esa vez fue lo mismo: aquella multitud no era simplemente espectadora; ponía una energía que llegaba arriba, te rodeaba, te envolvía. La gente tomó la ciudad, tomó ese lugar, y te lo hacía sentir todo el tiempo. Y la paz que había, el cuidado de uno con respecto al otro... Así, de la misma forma, la multitud tomó Vélez para ver a Las Bandas Eternas. Esa energía había.”
–¿Cómo puede ser que Almendra, que duró tan poquito comparado con, digamos, un cuarto de siglo de los Redondos, siga provocando una adoración semejante?
–No tengo perspectiva, no puedo explicarlo. Cuando los cuatro nos juntamos, evidentemente hay una química. Pasó una bocha de años, pero tengo a Almendra incorporado en mí de tal manera que me pongo a tocar un tema y lo tengo en el rígido: todas las voces que tengo que hacer, cada arreglo, cada detalle, todo. No lo tengo ni que repasar. Ya está. Es mi vida y es con lo que me inicié en la música, y me marcó así; lo tengo adentro.
–Hace varios meses comenzó a correr el rumor de que estaban ensayando juntos..
–Hace dos años nos pusimos a tocar, pero como trío –Emilio, Luis y yo–, porque Edelmiro vive en San Luis; ensayábamos en mi casa de Villa Ortúzar: tengo una salita en la terraza. No nos juntamos para lo de Las Bandas Eternas, que surgió mucho después, sino para un proyecto en un lugar extraordinario de la Patagonia, un hecho que no era puramente musical, ligado a la energía renovable, cosa que luego no prosperó. Hicimos volver a Edelmiro para Las Bandas, solamente, pero luego seguimos tocando nosotros tres, aunque después Emilio, que está muy ocupado con su programa de Canal Encuentro y su empresa de diseño, dejó de venir. Hoy estamos en trío, Luis y yo, con Daniel Ferrón, un bajista amigo ex Posporteño, la banda que tuvimos con Alejandro del Prado. Ahora ensayamos en La Diosa Salvaje, el estudio de Luis; nos juntamos un día a la semana, que es religioso, como cuando éramos recontrapendejos: el día de ensayo es el día de ensayo, como en la casa de Arribeños a fines de los ’60. Vamos a La Diosa, tocamos, nos tomamos unos mates o un vinito, y después nos volvemos a casa. Pero nunca tocamos ningún tema viejo, ni siquiera cuando aún estaba Emilio.
–¿Eso significa que hay temas nuevos?
–Todos son temas nuevos. Hasta ahora, todos son de Luis, son temas impresionantes. Está lindo, está lindo.
–¿Usted toma conciencia de que en este momento hay salivas brotando de comisuras labiales y...?
–(Risas.) Nadie escuchó esas canciones todavía.
–¿Y qué va a pasar?
–Bueh.. nada, por ahí pronto grabam... No, nada (sonríe).
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