Yo, Carlos II es el nombre del espectáculo con el que Perciavalle festeja sus cinco décadas arriba del escenario. “Se trata de un show que se basa en un espectáculo que hice el año pasado que se llamó Yo, Carlos, inspirado en el Yo, Claudio. Tiene muchas cosas de ese espectáculo, pero también nuevas, porque la vida cambia. No es lo mismo el humor del año pasado que el de éste. Estamos viviendo un momento muy bueno, divertido e interesante.” En el show, el actor recorre una galería de anécdotas, chistes y reflexiones sobre los seres humanos y la realidad social, que se suman a su tradicional charla por teléfono con algún personaje internacional. Un espectáculo que, sin embargo, no contiene críticas al poder ni a la clase política. “Yo trato de no meterme con el poder –dice–, no me interesa. Es como los administradores de consorcio. Yo soy dueño de mi departamento y de mi espacio, y a la gente que me viene a ver la hago reír con lo que a mí me gusta y tenga ganas. No es que yo no respete a los que hacen humor con el poder y la política. Cada uno puede hacer lo que quiera. El tema es que a mí no me gusta que alguien se pueda llegar a sentir incómodo. Y cuando te metés mucho en política, alguien se puede llegar a incomodar. A mí me interesa más trabajar el humor sociológico, de las costumbres, de nuestros hábitos.” Tal vez fue por eso que este año aceptó hacer la revista Corrientes, esquina glamour, donde hizo una cortina de capocómico sin hablar de política. Una rareza para la tradición del teatro de revistas. “Yo no hablo ni de política ni hago chistes misóginos, porque está comprobado que la mujer es mucho mejor que el hombre. Es más inteligente y piola. ¡Hasta en el sexo! Una mujer puede tener 80 orgasmos en una noche y a la mañana siguiente está divina. En cambio, si el hombre tiene cuatro –si es que llega– está hecho moco por varios días.”