“Soy una mujer virtual. Si yo tuviera la edad que dicen, estaría muerta”, dice Aurora Venturini, a punto de cumplir 90 años. “Los periodistas que preguntan la edad son muy chismosos, asquerosísimos”, agrega, medio en broma, medio en serio. Aunque no pudo asistir al Teatro Cervantes, la primera ganadora del concurso Nueva Novela con Las primas cuenta que la experiencia de ser jurado en esta edición fue como volver al tiempo en que se presentó, en 2007. “Me sentí muy emocionada cuando leí una obra que me gustó muchísimo, Me verás volver, de Zach C. Todavía tengo ojo para elegir; es una novela muy buena. Me dio una gran alegría porque me acordé de aquel tiempo en que me llamó Liliana Viola y me dijo que estaba entre las diez finalistas. Después me volvió a llamar para decirme que estaba entre siete finalistas y luego que estaba entre tres”, recuerda la trastienda de la primera edición. ‘No faltes’, me pidió, pero no me dijo que había ganado. Empezaron a llamar a las dos menciones y pensé que no había ganado. Cuando Tina Serrano empezó a leer ‘mi mamá era maestra’..., me di cuenta de que era mi libro. No se imagina la emoción que sentí...”

Aurora revela que integrar el jurado fue un “orgullo”, especialmente por haber estado acompañada de “extraordinarios” escritores. “No sé si el primer premio es hombre o mujer, pero no me importa. La literatura es asexual, no es ni de hombre ni de mujer. Al menos para mí, la literatura no tiene sexo.” De Me verás volver, la novela ganadora, le gustó que “al principio presenta un paisaje, una cosa muy delicada, que después va entrando en neurosis, en una zona dificultosa; y te das cuenta de que hay un problema: la muerte de una mujer”. Venturini subraya que la novela premiada está “muy bien” escrita y que termina con un drama. “Está tomada de la tragicomedia de la vida. Si fuera una comedia, la vida sería aburrida. Si fuera una tragedia, sería horrorosa. Pero siendo las dos cosas, la vida es pasable.” El premio Nueva Novela de Página/12 cambió el destino editorial de una autora prolífica que, hasta entonces, había publicado su obra por pequeñas editoriales de La Plata, la ciudad donde vive. “El premio me abrió las puertas del reconocimiento europeo. Me reconocen en España y cuando los españoles te reconocen es como estar ante las puertas del idioma. Eso le pasó a (José) Hernández. Cuando publicó el Martín Fierro, pasó como un libro bueno. Pero cuando (Miguel de) Unamuno dijo que era muy bueno, le llegó la consagración.”