“La cantidad de obras recibidas fue impresionante, lo que puede explicarse por el prestigio del diario, un diario en el que muchos de sus colaboradores son escritores”, subraya Guillermo Saccomanno. “Los nombres que convocó el diario para integrar tanto el jurado de preselección como el jurado final refieren un rigor y un compromiso con la escritura. Creo que para nuestra vanidad halaga tanto integrar un jurado semejante como la recepción aluvional de textos. Esa cantidad aluvional impuso un trabajo arduo en el análisis y la selección de obras tanto en el prejurado como en el jurado”, admite el escritor. “Hubo un intercambio serio de opiniones sobre los textos, cada uno se sobrepuso a los propios gustos en función de una ecuanimidad en la lectura que pudiera considerar las diferentes poéticas en competencia. Considerando que varios de los textos finalistas tenían calidad narrativa decidimos que, además del primer premio, debían distinguirse algunos más como menciones. Llamó la atención la diversidad de poéticas que entraron a jugar entre los finalistas. Lo que puede referir un estado de suma intensidad en la nueva literatura nacional”, plantea el autor de Cámara Gesell. “Creo que este rasgo, la diversidad, merece subrayarse, y coincidió en algunos casos también con las distintas inclinaciones literarias de los integrantes del jurado, lo que, vuelvo a subrayarlo, refirió una saludable variedad de tendencias narrativas.”