Alguna vez dijo que la dictadura argentina, “la guerra sucia”, es un tema que le interesó desde chico. ¿Por qué?

–Bueno, fue la manera de acercarme a la dictadura dominicana. Mi papá era trujillista, de esa ala de los dominicanos pro dictadura, entonces entendí de niño que había una dictadura bien fea en Santo Domingo por la dictadura argentina. Para acercarme a la dictadura tenía que acercarme a mi papá y eso fue un reto demasiado grande. En esa época ya estaba viviendo en Estados Unidos, yo era latino, de una familia donde no se hablaba inglés y veíamos noticias en español. En los ’70 y en los ’80 aparecían noticias sobre las guerras sucias, sobre los dictadores latinoamericanos, especialmente de la Argentina. Para mí fue una manera de entender la historia de la República Dominicana que me interesaba, pero tenía miedo de entrar en esa cuestión por papá. Aunque la Argentina, Chile y Uruguay son países distintos, no son caribeños, están de-sarrollados para el punto de vista de un caribeño, tenemos en común esa violencia que es colonial. Creo que esa violencia viene de las mismas raíces.