Muchas veces me han preguntado “¿qué otra cosa hacés, aparte de ser bailarina?”. Siempre sentí que con esa pregunta me clavaban un puñal. Es que la nuestra muchas veces no se considera una profesión. Estamos desprotegidos, por eso es muy importante este proyecto de ley. El mundo de la danza necesita y merece una ley así. Yo, que he viajado tanto, noto que en las provincias se siente más la falta de apoyo en todo sentido. 

Junto a Julio Bocca siempre nos manejamos en forma privada, sin el aval de ninguna entidad estatal. Y es duro. Es muy grande el sacrificio que tenemos que hacer. Un dato curioso: yo cobro en la Asociación Argentina de Actores. Esto marca claramente que no hay un ente que nos proteja. Con esta ley se fundaría un instituto nacional, eso es maravilloso: esta entidad actuaría para todo el territorio nacional. Y, además, se crearía un archivo para la danza. Esto es fundamental, también, porque con el tiempo se han ido perdiendo cosas, como fotografías o el registro de actos importantes.

La Argentina está lejos de manejarse como otros países con respecto a la danza. A veces se trata al bailarín como si fuera un empleado municipal. Estamos bastante lejos de como tendríamos que estar, en comparación con el resto del mundo. Las compañías que hemos formado, aunque con el aval de Lino Patalano, siempre fueron privadas e independientes. Muchas compañías luchan ad honorem o en cooperativa. Las cooperativas no suelen dejar plata. Entonces: ¿cómo se mantiene un bailarín o un coreógrafo? Muchas veces salen a dar clases personas que no están preparadas, pero que tienen que rebuscárselas para vivir. Ojalá logremos esta ley. Ojalá la gente que se preocupa por la cultura haga un esfuerzo: sería un logro no sólo para los bailarines, sino para la cultura en sí.