MUSICA › LA GRAN PIANISTA DE LOS ULTIMOS CUARENTA AÑOS
Retrato de una artista
Hace 40 años ganó el Concurso Chopin en Varsovia. Y en 1965 grabó dos discos. Uno, el oficial, publicado por Deutsche Grammophon, alcanzó para que se hablara del más grande prodigio del piano surgido en mucho tiempo. El otro, registrado unos meses antes en vivo y en Varsovia, estuvo durante años interdicto, debido al contrato de exclusividad de Argerich con la compañía alemana. Cuando finalmente salió a la venta, con el nombre de The Legendary 1965 Recording, los rumores que circulaban entre los coleccionistas se confirmaron. Era aún mejor que el otro.
La razón no era difícil de comprender: Argerich es una de esas raras artistas que registran absolutamente todo lo que sucede a su alrededor, tanto cuando toca como cuando no lo hace. En su manera de tocar siempre hay un gesto, un resabio de la improvisación. Y sus grabaciones en vivo, incluso aquella temprana, de cuando apenas tenía 23 años, registran esa excitación, ese temblor casi imperceptible, esa capacidad de explosión, que sólo aparece cuando está ante el público. Otro pianista atípico, François-René Duchable –que acaba de anunciar su retiro de la escena de conciertos para dedicarse a tocar en barrios populares– la criticó diciendo que “se convirtió en un mito tocando sólo cuatro conciertos”. Martha Argerich afirma tomar eso como un cumplido: “Aunque toco más que cuatro conciertos, entiendo su necesidad de derribar iconos y estoy bastante de acuerdo con lo de tocar en barrios populares –ella misma lo hizo en una fábrica recuperada, en Buenos Aires, durante su última visita–; cada uno tiene su manera de escalar el muro. Esa es la suya y ésta es la mía”.
Dueña de un sonido y un fraseo únicos, imprevisible en más de un aspecto y defensora a ultranza de la libertad del intérprete, Argerich dice, sin embargo, que “la libertad sin rigor no sirve para nada”. Algunos le critican un repertorio chico, en el que, más allá de algunas incursiones en obras nuevas, vuelve una y otra vez sobre las ya conocidas –y amadas– y muchos le reclaman que vuelva a grabar discos solistas. Ella responde: “Si tocara sola en público, sería natural que grabara sola, pero como no hago una cosa, tampoco hago la otra. Sería artificial. Y tocar sola no es una prioridad para mí. No me tomo tan en serio. Prefiero estar con otros que sola. Ya no soy tan joven, tengo derecho a hacer lo que me da placer. La gente cree que es una coquetería de mi parte, que me gusta hacerme desear. Pero no es así. Simplemente no tengo ganas”.