Dos años atrás Litto Nebbia inició una demanda contra Warner Chappell, la división editorial del sello Warner, poseedora de los derechos autorales de 184 de sus obras, entre las que están todas las más conocidas de su carrera. La demanda sigue y la bronca de Nebbia se actualiza con casos como el que recientemente se conoció de Miguel Cantilo (también en lucha por contratos abusivos contra una editorial musical, la EMI Melograf, en una causa que ganó en primera instancia y que luego perdió).

“Yo, que viajo por todos lados, me entero: voy a México y encuentro un tipo que me grabó un tema y vendió 1 millón 100 mil copias. Y resulta que la editorial no rinde nada de eso, ni de nada. Me cansé de la prepotencia de los tipos e inicié una demanda, siendo consciente de que es una complicación y de que tenés que tener plata para iniciarla y sostenerla, otra cosa increíble. Pero pudo más la indignación, y además quiero advertir a otros músicos. La cuestión es que me metí, y para mi sorpresa según la respuesta de ellos, ¡parece que soy un criminal!”, se ríe ahora en diálogo con Página/12.

–¿Qué le respondieron?

–El abogado de la Warner dice que soy un desagradecido después de todo lo que ellos me ayudaron para que yo compusiera, “¡a pesar de no estar de acuerdo con mis inclinaciones políticas”! ¿Cuáles? Ya después en la audiencia me caliento y los empiezo a insultar. Eso está mal, ok. Pero no se puede creer lo que oís.

–¿Cuál es el rol que debe cumplir un editor musical?

–El se lleva un porcentaje de tu obra, el 25 %, y se compromete a divulgarla y a hacer que la graben otros artistas. La particularidad que tiene esta Warner Chappel sucursal argentina, es que jamás consiguieron una grabación. Cuando alguien me graba es porque yo viajo, me contacto, o porque vienen a mi casa a pedirme temas, como han hecho Mercedes Sosa o Susana Rinaldi. Entonces, ¿dónde está su parte del trabajo? Yo jamás vi una rendición. Y para colmo, me hicieron firmar engañado, con una cláusula que estaba en la primera hoja, pero no en las siguientes. Claramente hubo mala fe.