La versatilidad de Renata Schussheim fue llevando su carrera a territorios variados, como la plástica, el vestuario en teatro y danza, la instalación (sonora/ espacial/ odora), la escultura y la producción fotográfica. A lo largo de los años, hizo de sus mujeres mezcladas (con cuerpo de pájaro, perro o pez) una marca estilística y de sus instalaciones vivenciales, una propuesta de acercamiento al arte de modo directo, emocional y apto para no iniciados. Entre sus muestras individuales más importantes figuran Dibujos (1981, Galería Atica), donde ya improvisaba con el uso de aromas para complementar la observación del cuadro; Confidencial (1982, en el Centro de Arte y Comunicación, donde desarrollaba su inclinación a la instalación/ performance), Travesía (de las más convocantes de los ’80 en el Centro Cultural Recoleta), Dulce amargura (1986, también en el Recoleta), Nave (1994, afianzada en la fusión del lenguaje teatral, escenográfico, plástico, otra vez en el Recoleta) y la actual Epifanías. Trabajó como vestuarista en numerosas puestas de Oscar Araiz, Ana María Stekelman, Julio Bocca y Jean-François Casanovas, entre otros. Obtuvo los premios Florencio Sánchez por Auto de fe ente bambalinas, Trinidad Guevara por Pericón.com.ar, ACE por El pelele, Konex y Fondo Nacional de las Artes, en todos los casos en reconocimiento a su labor en vestuario teatral.