Luis Eduardo Aute comparte su oficio de cantante y compositor con algunos otros. Es un prolífico artista plástico, y su última muestra, Transfiguraciones, llegará próximamente al Centro Cultural Recoleta. Su otra veta artística pasa por el cine: como director, guionista, musicalizador y actor, participó en numerosas producciones. La última fue un original dibujo animado, Un perro llamado dolor (2001), que aquí pudo verse en el Festival de Mar del Plata. Un trabajo que le llevó cinco años: dibujó una por una todas las secuencias de animación.

–¿Cómo define su oficio? ¿Qué pone en las tarjetas de migraciones o en los hoteles? ¿Cantante, pintor, artista?

–Pongo músico, porque es una buena síntesis. La música está –o debería estar– en toda obra de arte: si una obra tiene “música”, tiene magia, dimensión poética... Toda obra de arte es más obra de arte si tiene música. El habla común, cotidiana, recoge esto. En España, cuando compras un objeto de mucho valor y cuentas cuánto te ha costado, te dicen: “¡Uy, debe tener música!”.