–¿Por qué rescata el debate que generó Oscar del Barco, cuando planteó, respecto de la militancia de los años ’70, el tema de la responsabilidad y el “no matarás”?

–Con Oscar del Barco tengo una gran amistad, hemos trabajado mucho y lo seguimos haciendo, pero le planteo una diferencia que tengo en la comprensión de ese momento histórico. Yo llevo el planteo al terreno político histórico y pienso que la historia está constituida por variables donde el concepto de liberación, la lucha contra la opresión, contra la esclavitud, contra la explotación del hombre por el hombre, la lucha contra las infinitas violencias y muertes con que los sistemas históricos han dominado al hombre, implican la necesidad de asumir en muchas ocasiones una violencia reparadora, una violencia de corte de cambio; reconociendo que en todo el proceso revolucionario hubo elementos criminales y homicidas de primer orden, pero es imposible pensar una historia de cambio, en función de una justicia humana para todos, sin una cuota de violencia, de mal que atraviesa la historia. En ese sentido discuto con Del Barco, que tiene una mirada más teológico-filosófica.

–Pero la responsabilidad y el “no matarás” no estaban legitimados como valores por la militancia de los años ’70.

–Comparto totalmente lo que señalás; era otra escena, otro mundo, otros valores, otras perspectivas. Pero al mismo tiempo me parece peligroso ubicar el “no matar” solamente en una faz política, cuando vivimos un sistema de vida que infinitamente está matando al hombre, y esto quedaría como al costado de lo que estamos discutiendo. Porque se mata sin balas, se mata sin armas, se mata sin juicios, se mata brutalmente, y donde más se mata no es precisamente en la izquierda, que por supuesto alcanzó grados de homicidio y de opresión que nunca compartí. Por enjuiciar y totalizar esos homicidios de la izquierda nos olvidamos las infinitas muertes y violencias que tiene el absoluto matar de este sistema. Tengo miedo al peligro de un razonamiento individual, abstracto, apolítico, que se desprenda de todo y deje inerme lo que es la vida diaria en un sistema capitalista de muerte.