¿Cómo imaginar la voz de Martín Fierro y la de todos los personajes de esta épica gauchesca transformada en dibujito? Ese fue otro de los desafíos de los realizadores, más allá del miedo inicial que puede provocar arrancar entre dos nombres como los de Hernández y Fontanarrosa. Un primer recurso diferenció la forma de trabajo elegida: lejos de la lectura de un texto en forma separada, los personajes fueron encarnados con recursos actorales, interactuando en el estudio, y hasta improvisando una payada con una guitarra de por medio. Difícilmente se reconozca en la primera escucha que Daniel Fanego es Fierro, Roly Serrano el gaucho matrero, Juan Carlos Gené el transero juez de paz o Claudio Rissi Cruz, aunque sus voces no aparecen deformadas sino actuadas. “Eso fue mérito de Claudio Gallardou, el director de actores”, marca Roly Serrano, que así define a la función, antes que “director de voces”. “Para mí fue hacer mi trabajo: interpretar un personaje. No me dijeron ‘doblá esto’, ‘leé acá’. Confiaron en mi herramienta y a partir de ahí crearon los dibujos. Y cuando alguien confía en lo que hacés, estás participando de un hecho creativo, no estás poniendo una voz”, define. Las voces se grabaron antes de comenzar la animación, cada gesto o entonación de los actores era anotado para reproducir en la gestualidad del dibujo. Y la elección de actores que ya trabajaron con Fontanarrosa adaptando sus textos, como en Argentains, no fue casual. “Siento que ésta es una obra maestra, y que se eligieron los colores justos de la paleta para hacerla”, halaga el actor.