–¿Cómo empezó la obsesión de Iliana por el culto al cuerpo?

I. C.: –Yo me cuidé siempre...

J. C.: –Entendí que se mostrara porque la veía feliz. Yo quiero que mis hijos sean felices de cualquier modo: separados, juntos, como sea. Ojalá su burbuja dure como la mía. Salen 50 burbujas de un frasco. Pero hay una que se escapa. La mía duró 43 años. La de ella lleva dos, o tres temporadas. Se empiezan a contar los años que uno dura cuando se es alguien importante.

I. C.: –Yo fui el mejor promedio en la Escuela de Arte Dramático. Más allá del producto que encare, yo tengo un equipo. Acá está Marianita, mi secretaria, que me soluciona todos los requerimientos de Internet. Empezó a trabajar cuando vino la explosión.

–¿Y cómo es Iliana en rol de jefa?

Mariana: –No es que me vuelva loca, es súper exigente y muy profesional. Le encanta que todo salga perfecto. No me llama a las tres de la mañana...

J. C.: –Qué te va a llamar a las tres de la mañana si estás en el boliche... te llamará a las cinco, en todo caso.

Mariana: –Me están sacando a bailar, es verdad...

I. C.: –Viven todos juntitos en un departamento, lo alquilé para que estuvieran cómodos. Mariano –señala a un joven atlético con el torso desnudo– es mi asesor de imagen....

Mariano: –Ella es elegante desde que se levanta hasta que se acuesta. Es hija de un padre y una madre muy elegantes. Lo llevan en la sangre. Cuanto menos, más. Eso es la elegancia.

–Pero se asocia a Iliana a “más es más...”.

I. C.: –Eso es para el personaje. Y acá falta mi maquilladora, que es la hija de la maquilladora de la señora Mirtha Legrand, de Gladys, que maquilla a la señora. Lo que destaco es el grupo humano que formé. Gladys me maquillaba, pero hubo un momento en que necesité mi propia maquilladora...