futuro

Sábado, 18 de mayo de 2002

PáGINA 2 › DEBATE: ¿ES IMPORTANTE LA CIENCIA BASICA PARA UN PAIS POBRE?

Ciencia y neocolonialismo

Por Eduardo N. Dvorkin*

En su edición del 11 de mayo Página/12 publicó un reportaje al Dr. Bruno Cernuschi Frías, decano de la Facultad de Ingeniería de la UBA. Las declaraciones vertidas por Cernuschi Frías en ese reportaje causaron un considerable enojo en la comunidad científica argentina. Como docente de la UBA considero necesario analizar en detalle las declaraciones del Dr. Cernuschi ya que afectan no sólo a políticas coyunturales dentro del ámbito universitario sino que hacen a la que debe ser en nuestro país la relación entre la Ciencia y la Tecnología. Voy a centrar mi análisis en dos de las declaraciones del decano.

“No vamos a exigir más presupuesto cuando sabemos que hay millones de personas muriendo de hambre”

En nuestro país hay, efectivamente, millones de personas muriendo de hambre porque desde Martínez de Hoz en adelante, con pocas y cortas excepciones, se siguió una política de destrucción sistemática del Estado nacional, de desindustrialización y de regresión en la distribución del ingreso nacional. Política que fue posible por el genocidio de la dictadura militar.
Estimado Bruno, el hambre y la exclusión que azotan la Argentina no se deben a que gastamos más de lo debido en Ciencia y en Educación, por el contrario, la comunidad científica y la educación están entre las víctimas del saqueo. Un proyecto de país deseable que aumente el valor agregado de nuestra producción, aumente los puestos de trabajo e imponga políticas progresistas en la distribución del ingreso nacional necesitará para su implementación de más Ciencia y de más Educación.
Desde ya, esto no se contrapone en absoluto con la necesidad de que la UBA, como lo comprometió el nuevo rector, revise y optimice la utilización del presupuesto de la Universidad.

“Necesitamos hacer ciencia básica y no relegarla, por ejemplo, a la Facultad de Ciencias Exactas, donde, con todo respeto, se ponen a delirar y generan una tecnociencia que es útil para el Primer Mundo. Pero no vamos a resolver los problemas de la Argentina estudiando el Big Bang, la teoría de supercuerdas o participando en el Mundial de Fútbol de robots”

En este caso, la confusión reside en pensar que el plan neocolonial para la Argentina es que hagamos la Ciencia que el Primer Mundo necesita. No, estimado Bruno, lo que se pretende es que no hagamos Ciencia en la Argentina. No hay Ciencia para el Primer Mundo y Ciencia para los países atrasados, hay buena Ciencia o chantería. La buena Ciencia debe ser preservada y estimulada, aun en la Argentina y aun en medio de esta crisis pavorosa.
En particular para nuestra Facultad de Ingeniería, el paradigma que se nos trata de imponer desde el ‘66 es el del ingeniero que se desempeña en un medio tecnológico de bajos requerimientos o, globalización mediante, administra la utilización de tecnologías avanzadas. Es la situación correspondiente a un país productor de commodities: poco valor agregado de la producción, pocos puestos de trabajo, miseria y exclusión.
Como muestra del atraso en que nos ha sumido el modelo de país productor de commodities o neocolonia, vale señalar que nuestro país exporta productos por un valor medio de 0,30 u$s/kg mientras que importa bienespor un valor de 1,7 u$s/kg. Países que han logrado establecer la cadena de conocimientos Ciencia-Tecnología-Producción exportan productos por un valor medio de más de 2 u$s/kg (Italia, Alemania, etcétera).
El futuro desarrollo de los medios productivos argentinos se enmarcará entre dos escenarios extremos:
- Continuar como país neocolonial productor de commodities donde para salir de nuestro crónico estrangulamiento del sector externo se continuará bajando masivamente la calidad de vida de la población.
- Evolucionar hacia un país productor de productos diferenciados.

La necesaria evolución hacia el segundo escenario requiere consensuar un proyecto nacional entre todos los sectores objetivamente interesados en esta evolución; en este esfuerzo nacional a las facultades de Ingeniería nos corresponde evolucionar hacia la formación de ingenieros capaces de desarrollar y trabajar creativamente en un medio tecnológico avanzado y en constante evolución.
Un ingeniero capaz de desempeñarse hoy en día en un medio de desarrollo de tecnologías avanzadas debe tener una fuerte formación en Ciencias Básicas (Matemáticas, Física y Química) como así también en Ciencias de la Ingeniería (Mecánica del Continuo, Hidráulica, Termodinámica, Materiales, Electrotecnia, Electrónica, etc.). La formación en Ciencias Básicas y Ciencias de la Ingeniería desarrolla la capacidad de abstracción imprescindible para poder analizar problemas tecnológicos complejos, resumiéndolos en modelos que permiten discriminar la influencia de las diferentes variables y dan las herramientas generales que permiten encarar situaciones nuevas.
Será de suma utilidad en la formación de nuestros futuros ingenieros que las materias correspondientes a las Ciencias Básicas puedan ser cursadas optativamente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales o en la de Ingeniería. Será de suma utilidad en la formación de nuestros futuros científicos que puedan optar por cursar en la Facultad de Ingeniería materias de Ciencias de la Ingeniería. La misma convivencia en los cursos de Ciencias Básicas y de Ciencias de la Ingeniería de los estudiantes de ambas facultades enriquecerá a ambos grupos.
Un país que pretenda encarar un desarrollo independiente necesita:
- Científicos que investiguen temas básicos y formen con la rigurosidad imprescindible a nuestros futuros investigadores y tecnólogos.
- Científicos que desarrollen investigaciones aplicadas para alimentar con conocimientos el desarrollo tecnológico.
- Tecnólogos que apliquen los conocimientos científicos a la producción de bienes económicos.
En este sentido, estimado Bruno, es necesario impulsar la cooperación entre las facultades de Ciencias Exactas y de Ingeniería y no enfrentarlas como podría surgir de sus declaraciones.
Watt, que ideó en el siglo XVIII la primera máquina a vapor, era –no casualmente– relojero y fabricante de instrumentos científicos; dado que en esa época los últimos adelantos tecnológicos en mecánica de precisión estaban en dominio de los relojeros. Esa época ya está lejana, hoy los desarrollos tecnológicos de mayor valor surgen, la mayoría de las veces, de los laboratorios de Ciencias o a partir de científicos y tecnólogos que se formaron en esos laboratorios.

* Profesor titular de la Facultad de Ingeniería de la UBA. Miembro titular de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

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