Sábado, 14 de enero de 2006 | Hoy
NEUROCIENCIA: EL "SINDROME DEL SABIO"
Por Raul A. Alzogaray
“¿Cuántos segundos ha vivido un hombre que tiene 70 años, 17 días y 12 horas?”, le preguntó el médico estadounidense Benjamin Rush a su paciente, Thomas Fuller, que presentaba una severa deficiencia mental. Fuller pensó unos segundos y respondió el número exacto: 210.500.800.
Publicada en 1789, esta anécdota forma parte de la primera descripción científica de una extraña condición: la coexistencia, en una misma persona, de una profunda deficiencia mental y un talento extraordinario, generalmente relacionado con las artes o el manejo de la memoria.
Un siglo más tarde, el médico inglés J. Langdon Down la llamó el “síndrome del sabio idiota”. La palabra idiota se usaba para designar a las personas con deficiencias mentales, pero ya no forma parte de la terminología psiquiátrica, porque en el lenguaje cotidiano tiene una connotación ofensiva. Ahora se habla simplemente del “síndrome del sabio”.
Mucho más común en los hombres que en las mujeres, este síndrome se manifiesta en una de cada 2 mil personas con deficiencias mentales. Su origen puede ser una enfermedad o un daño cerebral ocurridos antes o después del nacimiento. El talento especial que lo caracteriza suele estar relacionado con la música, las matemáticas, el dibujo, la pintura o un manejo prodigioso de la memoria. Uno de los pacientes de Langdon Down podía repetir cualquier párrafo de la Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano de Edward Gibbon (la edición de 1995 de Penguin Books supera las 3270 páginas).
Hace algo más de 20 años, a causa de su nacimiento prematuro, el inglés Derek Paravicini recibió un tratamiento con oxígeno que le provocó ceguera permanente y le afectó el desarrollo y las capacidades mentales. Sin embargo, a los cuatro años aprendió a tocar el piano por su cuenta. Ahora da conciertos por toda Europa y tiene una destacada habilidad para improvisar música de jazz.
Richard Wawro, nacido en Escocia hace 53 años, padece una deficiencia mental. También goza de una merecida fama como dibujante. Sus trabajos han sido calificados como detallados, dramáticos e intensos.
Hikari Oé, hijo del escritor y ganador del Premio Nobel de Literatura, Kenzaburo Oé, sufre de epilepsia, tiene problemas de desarrollo, su vista es muy débil y no puede coordinar los movimientos. En toda su vida, que ya superó los 30 años, apenas ha aprendido a pronunciar unas pocas palabras. Pero Hikari se expresa a través de la música. Es autor de un disco que recibió el máximo premio japonés a la música clásica de ese país.
En un artículo publicado en la revista Scientific American, los psiquiatras estadounidenses Darold Treffert y Daniel Christensen cuentan el caso de Kim Peek, un hombre de 54 años con deficiencia mental, problemas de coordinación y un manejo increíble de la memoria. Peek lee a una velocidad de seis páginas por minuto y ha memorizado más de 9 mil libros de historia, deporte, cine, geografía, astronáutica y música clásica, entre otros temas. La lectura de la novela La caza del Octubre Rojo, de Tom Clancy, le llevó menos de una hora y media. Cuatro meses más tarde le preguntaron cuál era el nombre del operador de radio del submarino ruso. Peek dijo el nombre del personaje, describió su personalidad y recitó textualmente algunos párrafos del libro sin equivocarse.
La mayoría de los que padecen el “síndrome del sabio” pueden repetir de memoria largos textos, pero no comprenden su significado. Peek, en cambio, comprende perfectamente el material almacenado en su memoria y es capaz de relacionar de distintas maneras todo lo que sabe.
En 1984, el guionista Barry Morrow conoció a Peek en forma casual. Quedó tan impresionado que se inspiró en él para desarrollar el personaje de Raymond Babbit, protagonizado luego por Dustin Hoffman en la película Rain Man.
La deficiencia y el talento de estas personas se originan en sus cerebros, y es allí donde los científicos se han puesto a buscar cuáles son las diferencias que los hacen diferentes.
Estudios realizados por Christensen revelaron que una malformación en su cerebelo podría ser la causa de sus problemas de incoordinación. También se comprobó que no posee cuerpo calloso, una estructura que normalmente conecta los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro.
Por ahora resulta difícil establecer si hay alguna relación entre estos hallazgos y el “síndrome del sabio”, porque existen personas que no tienen cuerpo calloso y no presentan ni deficiencias ni habilidades fuera de lo común.
Recientemente, con el propósito de comprender mejor este raro síndrome, la NASA ha ofrecido su tecnología para construir un modelo en tres dimensiones del cerebro de Peek.
Treffert y Christensen consideran que mientras no se descubran las bases fisiológicas del “síndrome del sabio”, difícilmente se podrá entender la forma en que funciona el cerebro humano.
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