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En esta recopilación de charlas y artículos de Guillermo Martínez, el autor mezcla sus dotes de matemático y de gran narrador. Para seguirlo alcanza, aclara, con saber contar hasta diez y seguramente con apreciar la literatura. Con eso debería bastar para descubrir que la matemática también es resultado y fuente de mundos imaginarios, de relatos contados en otro lenguaje que con un poco de paciencia o con un buen guía se pueden recorrer. ¿No es acaso un cuento brillante el del Hotel de Hilbert al que asisten con sus valijas los infinitos números pares y los infinitos números impares para caber cómodamente en las infinitas habitaciones?
Borges, su biblioteca de Babel, su libro de arena y demás son la excusa para descubrir que la literatura sirve como linterna que permite vislumbrar dentro y fuera de los límites de la matemática y la racionalidad. Pero el autor también se empeña en no dar de comer a la pereza intelectual posmoderna y aclara: “La limitación, como protestó exhausto Casanova, no tiene nada que ver con la impotencia”.
¿Cuánto sabía Borges de matemática? El autor encuentra recurrencias y finos malabares en la obra borgeana que dan indicio de que no era poco, al menos para un aficionado.
Por último, hay para destacar un excelente artículo titulado “Literatura y racionalidad”. En él se reflexiona sobre el miedo al ridículo que atenaza a los escritores, quienes se enfrentan al universo infinito (o al menos inagotable para los seres humanos) de lo ya escrito y asegura, provocador, que la verdadera inteligencia no es escudarse en el cinismo sino en la creación.

Esteban Magnani