Viernes, 12 de febrero de 2016 | Hoy
placer Corpiños inteligentes vienen a sumar comodidad al mercado de esta prenda que para algunas es una poderosa aliada y para otras una pequeña pesadilla. Armados, deportivos, con encaje, con arco, sexies o invisibles, el maravilloso mundo de los corpiños desafía las reglas de las prendas tradicionales.
Por Sonia Tessa
¿Me las aplasta? ¿Las resalta lo suficiente? ¿Va bien con escote? ¿Parezco más pechugona? Son preguntas que aparecen a la hora de ponerse uno, de buscar el adecuado el adecuado, porque si bien en los últimos años la cola ganó protagonismo, las lolas son, fueron y serán un lugar privilegiado de los atributos de la belleza femenina. Sin entrar en el farragoso tema del deber ser y las cirugías, es cierto que la apariencia de las tetas es un desvelo para muchas, incluso aquellas que cuestionan los estereotipos de belleza, sin renunciar a su coquetería propia, personal, fuera del molde. Y por eso, también, se elige desechar el sostén.
Lejos, bien lejos de las feministas que en 1968 salieron a quemar sus brassieres en Nueva Jersey para protestar por la imposición de estereotipos de belleza, hoy el corpiño es –además de sinónimo de intimidad– el objeto del deseo de una industria que se ha lanzado de lleno a competir por crear y vender el más original y eficaz de los “corpiños inteligentes”. La última novedad llegó de la empresa OMSignal, de Canadá, y fue el lanzamiento del Smart Bra, definido como un personal trainer adherido al cuerpo. Estará a la venta en la primavera del hemisferio norte, es decir en los próximos meses, a un precio de 150 dólares. Ya en noviembre, Victoria Secret’s había lanzado un sostén que medía la frecuencia cardíaca, pero la canadiense suma más prestaciones.
Smart Bra está pensado como complemento y monitor de la actividad física –en la publicidad hay, sobre todo, mujeres que corren y levantan pesas–, mide el ritmo cardíaco, la respiración y el rendimiento de la mujer que se entrena. Un dato alentador sobre el departamento de márketing de OMsignal es que el spot se centra, únicamente, en la mujer. No hay nada que aluda a la mirada masculina sino al propio placer de entrenar. Claro que son todas bellas, delgadísimas y perfectas. Pero si corren es sólo por su propio deseo.
El corpiño de OMsignal es un wearable, un dispositivo que no requiere ser prendido ni apagado, y tampoco de la atención exclusiva de la usuaria. Está conectado al Smartphone que a través de una aplicación brinda todos esos datos: ritmo cardíaco, rendimiento, capacidad respiratoria, entre otros datos a la mano de la deportista, para optimizar su entrenamiento.
Y aunque este fue un lanzamiento concreto –y bien difundido por el mundo entero– del Show de Electrónica de Consumo (CES) de Las Vegas de este mismo enero, de corpiños “inteligentes” se viene prometiendo desde hace unos añitos. En 2013 Microsoft anunció que había creado el sostén que impedía “comer demás” a aquellas que lo hacen por el tan mentado hambre emocional, y también se aseguraba que “obligaba” a relajarse. Lo cierto es que ese corpiño medía el ritmo cardíacos y los niveles de stress, y lanzaba alerta. De todos modos, por entonces, la empresa de software aclaró que se trataba de un prototipo en desarrollo y nunca más se supo de él, pese a la expectativa generada por notas que prometían “un corpiño que te hará adelgazar sin esfuerzo”.
Quizás lo más sorprendente en anuncios sobre prendas inteligentes pensadas para mujeres vino de Japón, publicitado como “el corpiño que sólo se abre ante el amor verdadero”. La marca de lencería japonesa lo lanzó en enero de 2014, y si bien la alusión al “real love” estaba presente, lo que mostraba la publicidad era una barrera contra los abusos. Es que el video se centraba en una chica que era acosada por tipos que no deseaba, y cuyo corpiño se bloqueaba inmediatamente. Es decir que el verdadero amor sería el deseo. De aquel corpiño autobloqueante nunca hubo noticias en el mercado local. Y aparecen las preguntas ¿Para cuándo una bombacha que bloquee? ¿Y para cuándo desmontar el patriarcado para que la violación no sea una opción tan disponible para ellos?
Y en esta abundancia de productos inteligentes, hubo lugar para las buenas causas: OgilvyOne Athens diseñó un corpiño especial que twitea cada vez que es desabrochado, como parte de la campaña Nestle Fitness, para concientizar sobre el cáncer de mama y el autoexamen para la detección temprana.
La industria de la indumentaria inteligente está en auge, y los corpiños se convirtieron en una prenda estrella para estos desarrollos porque al fin y al cabo, se trata de todo un signo de belleza y juventud, dos valores omnipresentes cuando se trata de disciplinar a los cuerpos. Aunque la rebelión contra los sostenes haya sido un hito en la historia del movimiento feminista, viene a cuento recordar que la invención del primero –lo hizo una chica de 19 años, Mary Phelps Jacob, en Estados Unidos, allá por 1910– fue un acto de rebeldía contra el corsé: la joven quería ir a una fiesta y le molestaban las varillas a los costados, así que tomó dos pañuelos, los amarró con sujetadores y lució su vestido sin molestias. Las guerras mundiales, la necesidad de ingreso de las mujeres masivamente al mercado de trabajo, los fueron popularizando y hoy las niñas, desde muy pequeñas, quieren ponérselos, para parecerse a las madres.
No todas las mujeres usan corpiño, claro. Y este suplemento –que siempre cuestionará estereotipos y modelos únicos de femineidad– no levantará ninguna trinchera. A la que le guste, que lo use. La que quiera y pueda, se lo sacará. Ya lo escribió, en 1970, en su célebre libro “La mujer eunuco”, la australiana Germaine Greek: “Los sujetadores son un invento ridículo, pero si haces que ir sin ellos sea una norma, te estás sometiendo a otra represión”.
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