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Viernes, 27 de febrero de 2004

MúSICA

La (anti)novia de América

Cronista de las oscuridades y los brillos de la fama, Courtney Love salió al ruedo con America’s Sweetheart, un disco personal, furioso y desatado que da por tierra con las lenguas viperinas incapaces de reconocerle algún talento.

 Por Mariana Enriquez

Cada vez que Courtney Love aparece, barre con todo el resto de las mujeres en el rock como una topadora. Sus discos son inseparables de su imagen pública. Ninguna mujer provoca tanto rechazo como ella: para muchos es una viuda negra que no sólo explota la memoria de su marido Kurt Cobain, sino que, además, contribuyó a su muerte (hipótesis del documental de Nick Broomfield Kurt & Courtney). Otros la subestiman, sostienen que jamás tuvo talento, que no puede componer canciones, que no sabe actuar más que de sí misma, que hace de su vida un reality show, todas ellas acusaciones que transpiran misoginia. Ella jamás se calla y responde a cada ataque con ferocidad, lo que le ganó el mote de mujer rabiosa, la peor afrenta a cualquier estereotipo femenino. Al mismo tiempo es sentimental, romántica y sanamente frívola y tiene a todo el mundo desconcertado. Con un pie en los callejones y el otro en la aristocracia de Hollywood, Courtney Love es la mejor cronista de la fama: conoce todos los recovecos de industria de la música y el cine, se transforma en diva que sigue las reglas y en un instante derrapa hacia los excesos y escándalos que o bien provoca o la persiguen como la peste. Como las chicas de Mulholland Drive de David Lynch, Courtney vive un sueño que destrozan los demonios que acechan Hollywood, para reconstruirlo y convertirlo en mito. Y a todo le pone el cuerpo: basta escuchar su voz en America’s Sweetheart, su nuevo disco, para adivinar que está en el día después de la fiesta, cuando el glamour se transforma en resaca. Ese es el instante que Courtney conoce, la doble cara de su escalera a la fama.

La mujer huracán
Courtney Love nació en San Francisco en 1964. Su madre, Linda Carrol, es una psicóloga famosa y su supuesto padre, un ex hippie, Hank Harrison, que formaba parte del círculo íntimo de Grateful Dead. Pasó sus primeros años en una comunidad hippie de Oregon, donde sus padres de vez en cuando la convidaban con LSD. Cuando la pareja hippie se divorció, empezaron las andanzas de madre e hija: vivieron en Nueva Zelanda e Inglaterra antes de que Courtney fuera reenviada a Estados Unidos a vivir con la psicóloga de su mamá. Allí robó en un negocio, le dieron libertad vigilada, pero escapó de su casa poco después y acabó detenida en un reformatorio. Pasó cuatro años entre la institución y casas de familias sustitutas. Para 1983, estaba trabajando como moza en una disco de drag queens y, a fines de los ‘90, viajaba por todos Estados Unidos e integraba bandas punk, sosteniendo su economía como stripper en bares: bailó desnuda desde Alaska a Los Angeles.
En 1990 formó Hole, la banda con la que lanzó tres discos, Pretty on the inside (1991) y los fabulosos Live Through This (1994) y Celebrity Skin (1998). Entre estos últimos se suicidó su esposo Kurt Cobain, el mítico líder de Nirvana. Live Through This, editado sólo una semana después de lamuerte de Cobain, tenía una de las mejores y más desgarradas canciones de Courtney, “Doll Parts”: “Quiero ser la chica con la parte más grande de la torta/El ama las cosas sólo porque le gusta verlas romperse/Y yo finjo tan bien que estoy más allá de la farsa/Y un día vas a sufrir tanto como yo”. Celebrity Skin era, en cambio, un disco luminoso, aunque en el fondo dejaba ver el lado siniestro de Hollywood. Era una invitación a las playas de Malibú, una elegía a Los Angeles y al poder curativo de la reinvención; Courtney aparecía hermosa, lejos de la imagen desoladora que la acompañó en su primera viudez, casi resucitada. Soportó cuando la masacraron por hacerse demasiadas cirugías estéticas y rodearse de estrellas y hombres de la industria. En 1996 fue nominada al Globo de Oro por su interpretación en Larry Flint de Milos Forman, y pareció reconciliarse con su status de celebridad millonaria.
A los 39 años, itinera entre su carrera de actriz y música de forma bastante errática. Ella afirma que no le sobra tiempo para dedicarse de lleno a nada: pasó años peleando con el resto de Nirvana por el control de las canciones de su marido y mantuvo un largo juicio con Universal, el sello al que acusó de esclavizar a sus artistas y robarles royalties. Una vez que ambas batallas culminaron –con arreglos ventajosos para Courtney, que también es feroz cuando aparece en escena junto a sus abogados– pudo dedicarse a hacer un nuevo disco. Y aquí está America’s Sweetheart, con sus canciones hermosas y salvajes.

La querida de América
America’s Sweetheart es un disco tremendo. “¿Me extrañaron?”, grita Courtney ni bien comienza “Mono”, un rocanrol furioso y desatado que sostiene “dicen que el rock está muerto/ y probablemente tienen razón”, y desde ahí se interna en un derrotero de confesiones, gritos, súplicas, desplantes, insultos, vanidad, arrogancia y vulnerabilidad. Como si arrancara páginas de su diario íntimo, Courtney hace lo que mejor le sale: exponerse. Así, en la canción “But Julian, I’m a Little Bit Older Than You”, afirma: “Estoy sobrevalorada, estigmatizada, de alguna manera también iluminada/ Y sé que estoy un poco loca”. Todo America’s Sweetheart está dominado por el fuego, símbolo de pasión pero también de destrucción, de brillo y dolor. En “All the Drugs” dice “Jugué con fuego/ Y los fósforos todavía me queman los dedos”; en Almost Golden, “Perdón por el fuego/ Perdón por la antorcha/ Perdón, tuve que vengarme”; en “I’ll do anything”, “Voy a quemar las sábanas cuando te vayas”. En “Hello”, “Mi vestido está en llamas”. Courtney es insaciable (“Dame calor, dame peligro, dame tristeza, dame entendimiento, dámela por atrás”, en “I’ll do anything”), triste (“El tiempo arruinó mi cuerpo y ahora vivo sola/ en una casa con la luz roja siempre encendida”, en “Life Despite God”), perversa (“Voy a esperarte, pero no por demasiado tiempo. Y cuando me aburras, me voy a ir/ y te engañaré con tu papá o tu hijo/ Es mi naturaleza/ y no puedo hacer nada para evitarlo /Voy a hacerte mierda, y no me voy a sentir culpable/ Todo mi amor es en vano/ No puedo encontrar la vena”), y melancólica (“Todos tenemos nuestra gloria/ un poquito de fama/ pero no hay ni un poco de verdad en el corazón de todo esto/ Sólo permanecen el brillo, la pasión y la amargura” en “Hold on to me”).
La maledicencia de la prensa de rock insiste en que Courtney Love es mucho mejor como celebridad descontrolada que como música, pero America’s Sweetheart debería servir para taparles la boca. O quizá ésa sea una causa perdida, porque cuando la crítica rocker se enfrentó a Live Through This y Celebrity Skin, grandes, importantes discos, apuntó burlona que en el primero habría tenido una ayuda de su marido, y en el segundo de Billy Corgan, como si le restara a su capacidad compositiva la compañía de otros músicos. Si America’s Sweetheart fuera un disco solista de un músico varón, probablemente nadie frunciría el ceño ante la lista de colaboradores, que sólo funcionan como plataforma de seguridad para laLove. Entre otras, la acompañan el letrista de Elton John Bernie Taupin, Linda Perry (que escribe canciones para Pink y Christina Aguilera) y el ex guitarrista de MC5 Wayne Kramer. Pero a todo el material lo sobrevuela un sonido propio, el de Courtney, que de verdad no se parece a nada, porque nadie sabe cómo hacer un disco de rock hollywoodense como ella.
Mientras tanto, su vida fuera de la música sigue otorgando material. Esta misma semana se enfrenta a un juicio por posesión de pastillas (OxyContin). En octubre del año pasado, fue arrestada por tratar de entrar a su casa drogada; la denuncia dice que rompió los vidrios de las ventanas. Salió bajo fianza, pero cuando volvió a su casa de Beverly Hills tuvo una sobredosis de pastillas y fue hospitalizada. El incidente provocó que perdiera la custodia de su hija de once años, Frances. La nena está actualmente con el padrastro y la hermanastra de Courtney hasta que la corte determine si ella es una madre “capaz”. Aunque no puede vivir con su hija, tiene derecho a visitarla cuando quiera.
Courtney tiene su propia versión de la historia. En una entrevista radial, dijo: “No le tiré piedras a ninguna ventana. Pateé la puerta porque no tenía llave. Es mi casa. ¿Una patea la puerta y pierde a su hija? ¿Por nada? ¿Porque tenía un par de pastillas? Fue la primera vez que mi hija me vio en crisis y no fue traumático. La hice reír. Le dije que iba a ser asqueroso y que me iban a hacer vomitar, pero todo estaría bien”. El Departamento de Servicios Sociales Familiares de Los Angeles acusó a Love de abandono, pero también le pidió una declaración a Frances, y la nena escribió: “No le tengo miedo a mi madre y ella me cuida muy bien. Me siento absolutamente a salvo con ella”. Y Courtney, aunque no puede hablar demasiado del caso, dijo por radio: “Me están atacando porque soy mujer, estrella de rock y madre soltera. No van a dejarme en paz. Tengo que salir de ésta, pero no sé por qué ni cómo me metí”.

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