Viernes, 29 de abril de 2016 | Hoy
COSAS VEREDES
Una joven fotógrafa lituana –Aleksandra Kingo, especializada en industria fashion y naturaleza muerta– ha lanzado una serie de imágenes que, en tono sardónico y surrealista, pone sobre el tapete la tiranía de los consejos beauty.
Por Guadalupe Treibel
Hasta la coronilla de los abrumadores consejos de belleza que inundan la cotidianidad de mujeres todas para que éstas adopten un look seriado y se acomoden a los estándares beauty, la fotógrafa lituana Aleksandra Kingo –especialista en naturaleza muerta e industria fashion– decidió ponerse tras la lente una vez más, y disparar –en amplio sentido– contra los moldes que llaman a convertirse en “la mujer perfecta”. De allí que Spa Days (en criollo, Días de Spa), su flamante e hiperestilizada serie, sea –en palabras de la artista– “el fruto de reflexionar sobre cómo las muchachas pueden sentirse oprimidas por la polémica cantidad de dudosa información circulante y la presión por adaptarse a ciertos patrones de belleza”. Así, concentrándose en una narrativa conceptual “neo-pop, femenina e incómoda”, según su propia definición, la joven damisela interpretó –con humor y saturación en vibrante paleta– asfixiantes tips estilo Cosmo, aquellos que arrojan la mar de petits sometimientos a diario. Despertando, dicho sea de paso, interés en medios que reproducen su obra; especialmente los franceses, prendidos hasta la médula por su extravagante, colorinche y un cachito surrealista captura de variopintas torturitas. Prendidos, además, por los retratos que el pasado año la muchacha realizase a la cantante electropop Yelle, para quien produjo y dirigió el clip Moteur Action a fines de 2015.
“En Lituania, país de donde soy oriunda, existe una vieja creencia que dice que tanto consumir repollo como poner hojas de col sobre los senos estimula su crecimiento. Calculo que tendrá que ver con el tamaño y la forma del vegetal…”, ofrece la artista, rematando la susodicha leyenda al son de “¡Es una locura!”. Por supuesto, conforme se extienden las fronteras, se multiplican las propuestas alucinadas, irrisorias, falaces, de presunta “sabiduría popular”: que comer almendras, que ingerir litros y litros de leche de soja, que mucha alfalfa y migas de pan, amén de concretar el menester “inflamatorio” a punta de receta artesanal. Y aunque Kingo no repasa todos los mitos, sí se despacha con una bonitilla modelo fumando un cigarro rosa tras haber probado un bocado de su sándwich de repollo, mientras viste –claro– a la correspondiente planta vegetal a modo de soutien. Con humor sardónico que exalta los demenciales imperativos de beldad, la serie se completa con la misma dama sumergiendo los deditos del pie en un tacho de pintura, amén de obtener una manicura exprés; aplicándose un corrector líquido símil Liquid Paper (léase, Tipp-Ex) en los dientes, para obtener la blanquecina sonrisa perfecta, un diente a la vez; pintándose los muslos con rodillo para lograr el tono deseado, entre otras capturas.
Apenas algunas instantáneas que ironizan extremos concretos de regímenes tiranos que imponen el absurdo beauty. “Pensé en todos estos desafíos virales que circulan por Internet y promueven estándares imposibles de alcanzar: adolescentes aspirando en una copa, deformando y mutilando sus labios para que luzcan como los de la célébrité Kylie Jenner; chicas demostrando que sus cinturas miden menos una hoja de papel A4, 21 centímetros ‘ideales’, con orgullo… En fin, tomé estas ideas ridículas como inspiración, espolvoreándolas con ironía”, pasa receta la fotógrafa, sin dejar de resaltar que su intención no es aleccionadora. “Solo alentar a las mujeres para aliviar la presión y no seguir estos consejos demasiado en serio”, esgrime la artista, que aconseja centrarse en la salud y la felicidad personal, obviar los peligros de querer emular boca, pies, torso, piernas, etcétera, de modelos o estrellas varias.
La BBC inglesa, por cierto, aprovecha el caso A4 y los labios Jenner para rememorar otras modas de antaño, extendidas aún sin internet, que bajo los mismos imperativos también ponían la salud de señoras y señoritas en jaque: la dieta de la lombriz solitaria, por caso, que a comienzos de 1900s llamaba a ingerir parásitos para perder peso –y en el ínterin, se perdía la vista, la cordura, se caía en intensas jaquecas–; o el corsé de cintura avispa, de fines del siglo XIX, deformando costillas y dañando órganos por la meta primera: adoptar los contornos de un relojito de arena. Otros casos más y menos modernos, además citados: la ropa interior de goma, la obsesiva ingesta de vinagre…
“¡El humor es una herramienta importante!”, exclama Aleksandra cuando se le interroga respecto del trasfondo tragicómico de Días de Spa, la serie en cuestión. “Noto cómo las mujeres se reconocen en mis imágenes, reaccionan bien a lo divertido. Eso me da esperanza. El humor y la delicadeza ayudan a transmitir un mensaje sin que éste se vuelva moralizante u ofensivo”, arremeta Kingo, instalada en Londres, quien asegura recluirse lo suficiente para evitar la influencia perniciosa de la industria fashion. Pero saca el cogote al mundo para empaparse de memes o bromas internetianas, que junto a la cultura popular, cita como principales fuentes de ideas. Con todo, la damisela –“un joven talento a seguir”, según especialistas en materia– clarifica: “No hay que olvidar que este tipo de guiños está hecho para reír, no para establecer metas”.
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