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La Ciudad de Buenos Aires fue pionera en tener una oficina, una línea telefónica y refugios dedicados a la atención de las mujeres víctimas de violencia de género. Pero con los años y el aumento de la difusión y el masivo reclamo de Ni Una Menos, en vez de aumentar la disponibilidad en los lugares para que las mujeres puedan –aunque sea transitoriamente– irse del lugar donde son agredidas, los hogares están cada vez en peores condiciones y con menos lugar.

Las trabajadoras y trabajadores de la Dirección General de la Mujer del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires denuncian que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta (que se sacó una foto con el cartel de Ni Una Menos) provocó una drástica reducción del personal y precarización de quienes continúan con tareas de contención de víctimas. En el 2007 había quinientas personas para atender las demandas de mujeres maltratadas y, en el 2016, los recursos humanos disminuyeron a la mitad y solo quedaron 216 empleadas/os.

Tampoco se difunde el 0800-MUJER (0800-222-3425). Mientras que en la Línea 144, del 2015 al 2016, se duplicaron los llamados, en la línea porteña se redujo (como efecto de un retroceso en la atención y no de menos casos de violencia, en un escenario de aumento de femicidios), ya que en el 2008 se registraron 21.200 llamadas anuales y en el 2015 apenas 9.200 contactos telefónicos.

No solo no se invirtió en más refugios, sino que los hogares para las mujeres víctimas de violencia sufren carencias edilicias como goteras, vidrios rotos, falta de calefacción, de heladeras, de lavarropas y tendederos; no hay iluminación suficiente, los baños son escasos, las persianas no abren y falta comunicación telefónica y de Internet. También se va a tercerizar la atención a víctimas (como con la Casa de Medio Camino de Margarita Barrientos), mientras que el Estado le saca el cuerpo a las sobrevivientes de violencia machista.