Viernes, 15 de julio de 2016 | Hoy
EL MEGAFONO
Por Graciela Tustanoski *
“Che, renuncio…” así comienza el último párrafo que escribí en el grupo de WhatsApp del equipo del Centro “Vivir sin Violencia”, de Morón. Muy cansada, luego de seis meses de hostigamiento constante, decidí irme de un trabajo que significó mucho para mí. A través de ese grupo, en cualquier momento, cualquier día, a cualquier hora, Liliana Romero, actual directora de Políticas de Género del Municipio de Morón, imparte órdenes que deben ser obedecidas sin objeciones. Un ejemplo ocurrió el miércoles 18 de mayo a las 22 01 horas cuando todas recibimos este mensaje: “Julieta mañana te espero a primera hora en mi oficina”. Con la avalancha de despidos que se produjeron en Morón la consecuencia de ese mensaje fue que ni Julieta Demartini (que finalmente fue despedida) ni muchas de nosotras pudiéramos dormir bien esa noche.
Luego del cambio de autoridades –como habíamos sido contratadas por la gestión anterior– fuimos objeto de maltrato, entre otras cosas, en menos de seis meses nos exigieron que cambiemos nuestros horarios tres veces y se nos presionó para que cambiáramos de franja horaria. Fueron contratadas profesionales nuevas - algunas sin estar recibidas- para cumplir las mismas funciones que nosotras, pero con mejores sueldos. En cambio, las antiguas profesionales recibimos horarios nuevos y sueldos viejos.
Nuestro criterio profesional fue sistemáticamente desprestigiado bajo la prohibición de decir “antes lo hacíamos así”. Imposible intercambiar criterios con alguien que no tiene militancia por los derechos de las mujeres, ni formación en género, ni en abogacía, ni en psicología, ni en psicoanálisis, ni en trabajo social. El fundamento de la autoridad de Liliana Romero se basa en el miedo que tienen sus empleadas a ser despedidas.
La raíz de nuestra tarea es abordar con discreción y cuidado lo singular del sufrimiento de cada mujer que viene a hablarnos y eso requiere personal con formación para hacerlo. Combatir la violencia contra las mujeres no es solo un problema de seguridad –no basta con poner un patrullero en la calle y con repartir generosamente botones anti-pánico– sino que involucra los diferentes aspectos de la vida de una mujer, no solo los derechos civiles sino también los económicos y sociales por lo que se requiere un rol activo del Estado. Esa era la posición que sostenía el trabajo del Centro “Vivir Sin Violencia” –pionero en el oeste– desde su fundación en el año 2005.
La gestión de Cambiemos intenta borrar con llamativa saña todo rastro de lo hecho en Centro “Vivir sin Violencia” durante sus diez años de funcionamiento. Una de las formas de hacerlo es anular o despedir a las trabajadoras que lo integramos antes de su llegada.
* Psicóloga, ex trabajadora en el Centro “Vivir sin Violencia” de Morón.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.