Viernes, 15 de julio de 2016 | Hoy
PERFILES > ANDREA LEADSOM
Por Roxana Sandá
Pocos indicios advertían que la carrera para alcanzar el liderazgo en el Partido Conservador y el puesto de primera ministra de Gran Bretaña terminara en nada, un puñado de cenizas a fuerza de tanta lengua suelta en cuanta entrevista concediera. La secretaria de Energía Andrea Leadsom creyó con pasión que por lo menos iba a situarse cabeza a cabeza con la responsable de Interior, Theresa May, flamante primera ministra, que este miércoles se mudó a Downing Street. Siempre estuvieron dispuestas a desollarse políticamente si hubiera sido necesario, pero sólo a Leadsom, 53 años, un marido financista como ella y tres hijos, se le soltó el patín de la ambición en el último tramo, cuando le dijo a la periodista Rachel Sylvester, del diario The Times, “ser madre me da ventaja sobre May”. La viralización del repudio fue instantánea, pero la nafta que terminó de incendiar las pocas aspiraciones que podían quedarle a Andrea se la arrojó su propia víctima. Sucede que Theresa, súbita mujer incompleta por decreto de su rival, incapaz de gobernar una nación al no haber cumplido siquiera con algún rol similar al maternazgo, había confesado durante la campaña que para ella y su marido resultaba un tema doloroso la imposibilidad de tener hijxs. -Durante los debates usted se mencionó en repetidas ocasiones como una madre ¿Se siente una madre en la política?, fue la pregunta de la debacle. “Sí. Estoy segura de que Theresa está muy triste porque no tiene hijos, por lo que no quiero que esto sea ‘Andrea tiene hijos, Theresa no tiene’, pero realmente siento que ser madre significa que tengo una participación muy real en el futuro de nuestro país, una participación tangible. Ella posiblemente tiene sobrinas, sobrinos, mucha gente, pero yo tengo hijos que van a tener otros hijos que heredarán directamente una parte de lo que suceda en el futuro.” Leadsom actuó sin medias tintas su performance normativa de la maternidad como hecho central de la esencia femenina: en ese universo, la categoría madre es una boa que asfixia a la categoría mujer. En la parábola del parir, criar, gobernar que construyó con esmero cristiano –sigue integrando un grupo parlamentario de lecturas bíblicas– sueña con un país conducido por liderezas que legitimen el mito del instinto maternal. “En tanto sostienen el dominio del paradigma androcéntrico y los enclaves simbólicos heredados del patriarcado”, advertirá la socióloga Patricia Schwarz en su libro Maternidades en verbo (ed. Biblos). “Pensar la maternidad como un hecho natural es una posición política que implica una determinada expectativa de acción. Las identidades se construyen dentro de las representaciones, tienen que ver con cómo nos representaron y cómo atañe ello al modo como podríamos representarnos.” Fiel a la derecha que la cobija, en 2013 se abstuvo en la votación del proyecto de ley de matrimonio igualitario por considerarlo “inaceptable”. Entonces diputada, Leadsom dijo sentirse “realmente desgarrada. No puedo votar en contra de una medida que significa tanto para la minoría de las parejas homosexuales, para quienes el matrimonio es el máximo reconocimiento por sus sentimientos genuinos uno para el otro. Sin embargo, no puedo votar por una medida que corre el riesgo de barrer con siglos de creencia basada en la fe en el matrimonio.” Sobre el aborto se declaró “absolutamente pro-elección, aunque manteniendo un ojo en el progreso científico que hace que los fetos sean viables tempranamente”. Esta semana, luego de estrenar la amargura de la condena social por sus dichos sobre el útero ineficaz de Theresa May, retrocedió, pidió disculpas a la agraviada y acto seguido se dedicó a vomitar odios contra Sylvester, a quien acusó de hacer periodismo de alcantarilla, y contra la dirigencia británica que se habría aprovechado de la “infeliz situación” para terminar de hundirla por el hecho de defender el Brexit. “Dije específicamente que la maternidad no debería desempeñar un papel en la campaña. Tener hijos no guarda relación con la capacidad de ser primera ministra. Lamento profundamente que cualquier persona tenga la impresión de que yo crea lo contrario.” A llorar a la Iglesia, o sea.
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