las12

Viernes, 4 de junio de 2004

TEVE

Pensado para niñ@s

Contenidos locales, una línea de pensamiento tan libre como la que se sigue en la infancia para trazar desde rayuelas hasta naves espaciales, muchas preguntas y otros tantos gags son los ingredientes de Changüí, el nuevo programa de Canal 7 que conduce, entre otros, Claudio Morgado.

Por Sonia Santoro

Según el lunfardo, dar changüí es otorgar una gracia, ofrecer una nueva oportunidad. Con ese concepto surgió Changüí, el programa infantil que va de lunes a viernes, a las cinco de la tarde, por Canal 7. “Me gustaba la musicalidad del término, después me explicaron que viene de una malformación de Change to win, una chance para ganar, que era un programa de radio norteamericano”, cuenta Claudio Morgado, conductor y productor del programa. Justamente, el plus de Changüí tiene que ver con recuperar lo nacional, pero desde el humor y una variedad de estímulos poco frecuente en los programas para chicos.
En el imaginario de Changüí hay un oriental algo tirano, el señor Changüí (Matías Cutro), que controla a Morgui (Morgado) y a Casita (Daniel Casablanca), arreglalotodos de un taller. Partiendo de un eje temático (artes plásticas, instrumentos musicales, esferas), los personajes enlazan distintos sketches, la mayoría mudos y de humor visual, desde donde se aborda el tema del día. También hay algunos como “enciclopedia universal de autoayuda” o “sindicato de superhéroes” con espíritu de Cha cha cha. Y fragmentos sueltos en aparente desprolijidad, pero que recrean el imaginario de los chicos como lo hacían El agujerito sin fin, Cablín y Pulgas en el 7, por los que pasó Morgado, aquí entrevistado.
–¿Cómo se piensa un programa para chicos?
–Creo que, básicamente, hay dos maneras de trabajar un programa infantil. Una manera es sobre la base del negocio, con merchandising, muñecos, discos, línea de ropa, obra de teatro y todo lo que implique tener un buen display de venta de ese producto. El problema que surge es cuando sobra tiempo para la artística, que no se sabe bien qué hacer.
–Esa es la más común.
–Sí. En cambio, nosotros tratamos de crear un imaginario muy preciso en el que cabía la producción de los llamados contenidos culturales o educativos y, en base a eso, generamos el programa. Este imaginario tiene mucho de humor visual para los chicos, hay mucho de preguntas, de trabajar sobre un espacio de reflexión no inducido sino más de pensamiento libre, de pensamiento lateral y que los chicos puedan establecer sus propios cruces. Por ejemplo, trabajamos en un programa sobre los restos fósiles; entonces, todo el taller se convierte en una especie de taller de espeleólogo y está surcado por gags y datos que tienen que ver con los dinosaurios. Es como una especie de revancha del Discovery, que me parece muy buena señal, pero trabaja contenidos universales. Acá queremos tener una bajada de datos locales; entonces, los cuentos que se leen en el programa son de autores argentinos o latinoamericanos, por ejemplo. El porcentaje sería un 70 por ciento de contenido local y un 30 de universal.
–El programa tiene una intención educativa.
–Lo educativo pasa muy lateralmente. Hay información, pero hay muchos gags también. Y también hay gags que son totalmente libres, como el “sindicato de superhéroes”.
–¿A los pibes les gusta?
–Por la experiencia que tengo de Cablín, donde se hacía este tipo de humor, funcionaba. Es una alternativa peligrosa desde el lado comercial porque no estamos pendientes de qué les vendemos a los pibes sino de generar un programa con contenidos y que las cosas no estén presentadas de una manera trucha; hay mucho cuidado en el diseño, en la musicalización.
–Pero, ¿lo ven los chicos?
–Yo creo que hay que acercárselos. Canal 7 tiene poco encendido y es difícil salir de la premisa “si no hay dibujitos animados, cambio porque debe ser aburrido”.
–¿Ves otros programas infantiles? ¿Rescatás alguno?
–Sí, rescato ciertas cosas. Me parece que Piñón Fijo es un contenido sano, no violento. No me interesa tanto la línea de la animación y del movimiento constante. Me parece que Caramelito tiene algunos contenidos interesantes, pero que en toda esa parafernalia en su manera de comunicar quedan muy relegados.
–¿Qué te parece la participación de los pibes en la televisión?
–Me parece que hacen de enanos. No ven lo que es del chico, están buscando dónde el pibe se hace más o menos el grande y ahí queda la cosa graciosa.
Morgado define Changüí como una “patriada”: hace un año y medio que están grabando, producidos por Fox Terrier, su productora. “Es un programa sin las psicopateadas típicas –el primer beso a los 9 años...– que después no dejan dormir a los pibes. Esa cosa de quemar etapas, ¿por qué a los 11 un pibe tiene que tener la agenda de uno de 21? La doble escolaridad y después clases de yudo, yoga, ikebana. Así a los pibes no les interesa nada, llegan a la casa y se quedan jugando con la compu. Todo para que ya estén con armas para enfrentar el mundo. Pero, ¿qué armas? Es como darles una itaka. Las armas que les están dando a los pibes no van en beneficio de la humanidad.”

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