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Puede llegar a servir de argumento para descalificar dichos de menores de edad. Puede, por ejemplo, alegarse que varias acusaciones de abuso sexual realizadas por niñas de 4 y 5 años obedece al deseo de desprestigiar a una docente con años de servicio. Y es que, en el fondo, el problema con las fábulas es que los padres y las madres no toleran que sus niñas tengan "una maestra que pone límites". Se sabe, a esta infancia descarriada la subleva habitar aulas donde se respetan "los hábitos de orden, higiene y cortesía", y por eso andan fabulando historias en grupo. El asunto, claro, será si en el afán de develar qué tan fábula es la supuesta fábula esas pequeñas testigos se ven empujadas al papel de víctimas en diversas pericias judiciales, o si alguien las va a preservar.